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Domingo 24 de septiembre

Roberto Soto Molina, Rector Colegio SS.CC. Valparaíso-Viña del Mar

El amor de Dios manifestado en Jesús sorprende

¿Recuerdas la última vez que alguien te sorprendió positivamente por sus palabras o por sus gestos?

¿Cuándo fue la última vez que sorprendiste un ser amado; a tu hijo, a tu pareja, a un compañero de trabajo o a un hermano de comunidad? ¿Qué fue lo que ocurrió en esos momentos?

Si hay algo que impresiona de Jesús en los evangelios es la capacidad de sorprender al manifestar su pasión por el reino. Al que se siente marginado por su pecado lo perdona y lo integra en la sociedad, tal como hace con la mujer adúltera (Jn 8). Al que estaba enfermo lo cura (Mc 1:32-44), y al que se sentía excluido lo incluye (Lc 19:1-10).

El evangelio de este domingo 24 de septiembre la iglesia nos presenta la parábola de trabajadores de la viña (Mt 20:1-16) para manifestarnos una de las características del amor del Padre, manifestado en Jesús: el amor misericordioso supera todas las expectativas.

En esta parábola Mateo complementa el tema de la recompensa que espera a quienes siguen a Jesús.

La escena de los trabajadores de la viña reflejaba una situación familiar en la Galilea en tiempos de Jesús. El ir a trabajar para un otro por necesidad.

Aquí, sin duda lo más llamativo de la parábola para los oyentes es que el patrón tenga un mismo trato a favor de los trabajadores de la última hora, lo cual provoca en sus compañeros la envidia.

Probablemente, en el contexto del ministerio de Jesús, esta parábola respondía a las críticas que le hacían sus adversarios por su cercanía a los pecadores (los obreros de la última hora). Jesús explica su comportamiento remitiéndose a la misericordia del Padre. Dios se comparta de forma muy distinta a nuestras expectativas tal como lo señala el profeta Isaías en la primera lectura de este domingo:

«Busquen a Yavé ahora que lo pueden encontrar, llámenlo ahora que está cerca. Que el malvado deje sus caminos, y el criminal sus proyectos; vuélvanse a Yavé, que tendrá piedad de ellos, a nuestro Dios, que está siempre dispuesto a perdonar. Pues sus proyectos no son los míos, y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes.” (Isaías 55: 6-9)

En efecto, el evangelio de este domingo con la parábola de los trabajadores relatado por Mateo y comprendiendo el actuar del dueño de la viña a la luz del profeta Isaías nos impresiona, pues tanto los trabajadores de la mañana, como los trabajadores de la tarde reciben el mismo pago. Esto porque el amor de Dios es misericordioso.

La palabra en nuestra vida

La invitación a trabajar en la viña es para todos. Ninguno está excluido, Dios cuenta con cada uno de nosotros indistintamente si estamos disponibles desde la madrugada, desde medio día o al final del día. Podemos llevar en la comunidad cristiana una vida entera y estamos invitados a trabajar en la Viña. Podemos estar lejos de la comunidad, sintiéndonos excluidos o marginados por distintos motivos y estamos invitados a trabajar en la viña. El amor de Dios es gratuito. Dejémonos sorprender por Dios, pues no son nuestras buenas acciones las que nos integran a la comunidad y a la Iglesia, sino que es la experiencia de haber sido amados primero (1 Jn 4:19).

Al igual que Jesús estamos llamados a movernos desde la misericordia para sorprender a quienes nos rodean con palabras y hechos que superen toda expectativa.

Sugerencias

Algunas sugerencias para hacer germinar la palabra en nuestras vidas.

  • En lo personal, dejemos tiempo de silencio para escucharnos, para leer la palabra de Dios y dejarnos abrazar por quien nos ama incondicionalmente.
  • En lo familiar movamos desde las entrañas para que nuestros seres queridos se den cuenta que los amamos.
  • En nuestro trabajo, mostremos empatía hacia quienes nos rodean, de un modo especial hacia quien se siente solo o postergado.
  • En nuestra comunidad realicemos iniciativas no por la búsqueda de recompensas o retribución social sino por la entrega de lo mejor de nosotros.

De este modo, al igual que Jesús que sorprendió con sus parábolas y acciones a todos los que lo rodeaban podremos ser una buena noticia para quienes nos rodean.