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Domingo del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Por Roberto Soto Molina - Rector Colegio SS.CC. Valparaíso-Viña del Mar

Jesús, pan de vida

La vida humana de cada persona y de cada comunidad avanza con sus luces y sombras a lo largo del tiempo. Sin embargo, nuestro tiempo es finito. Los bienes, los proyectos personales y los seres amados desaparecen cuando la muerte pone término al peregrinar de cada persona en la vida. En el evangelio de hoy Dios nos dice que la muerte no es la última palabra, que Dios sale a nuestro encuentro en su hijo y alimenta nuestras esperanzas y da un sentido trascendente a nuestro amor.

En la primera lectura del libro del Deuteronomio Moisés recuerda a su pueblo cómo fue liberado de la esclavitud de Egipto y su peregrinar por el desierto, las penurias que pasaron y como Dios los alimentó con el maná. Es un llamado a la conciencia del pueblo para recordar que en la adversidad no están solos, pues Dios es fiel a su Palabra y su alianza perdura.

En la carta a los Corintios tenemos una referencia explicita a la eucaristía y su vínculo de unión de los cristianos con Cristo. Nos hace entrar en comunión con la sangre y el cuerpo de Cristo y de todos los cristianos entre sí. Es un testimonio de cómo las primeras comunidades cristianas alimentaban su fe y esperanza.

En el evangelio de este domingo, Jesús se presenta como pan vivo bajado del cielo. Por lo tanto, quien tenga necesidad puede encontrar en Jesús su alimento. Este ofrecimiento de Jesús nos revela el rostro cercano de Dios que no nos deja solos en nuestro peregrinar por la vida. Pues si en el pasado alimentó con maná del cielo a su pueblo en la plenitud de los tiempos envió a su hijo, para que todo el que crea en él no muera sino que tenga vida.

La eucaristía que celebramos es memorial y actualización de esta entrega amorosa en Cristo. Alimentemos nuestra fe y nuestra esperanza en quien dio su vida por nosotros en la cruz y se nos manifiesta en el pan de vida.