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historia

Fundadores

«En la comunión de la Iglesia, Pueblo de Dios, la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar es una Congregación religiosa apostólica de derecho pontificio, fundada por Pierre Coudrin y Henriette Aymer de la Chevalerie.»

(art. 1, Constituciones SS.CC.)

El Buen Padre Pierre Coudrin

En una Iglesia en constante conflicto con la autoridad política de Francia a fines del siglo XVIII y en las primeras décadas del XIX, el sacerdote Pedro Coudrin es ante todo un Pastor. Su celo ardiente por la venida del Reino, su incansable entrega al servicio directo de las almas, su osado apostolado en condiciones de clandestinidad y persecución son señales de un rasgo típico que define su personalidad y la sociedad que él fundará.

La gracia mística recibida en su escondrijo del granero de la Motte, da a su sacerdocio la visión de una evangelización que lleve el Evangelio a las más remotas islas. Saliendo del granero, jura al pie de la encina: “sufrir todo, santificarse por Dios, morir si hacía falta por su servicio”. Pero ya no se ve solo sino con muchos hermanos y hermanas. Del pastor está surgiendo el Fundador.
Convencido de ser objeto de un misterioso designio de Dios, atento a los signos de la acción de Dios, encontrará en la Sociedad el Sagrado Corazón un grupo de mujeres que buscan algo más y ya practican una cierta vida religiosa. Allí encuentra a Henriette Aymer. Unidos en esa entrega a los Sagrados Corazones, la comunidad crece en torno al Evangelio, al amor redentor de Dios manifestado en el Corazón de Cristo y su entrega hasta ser traspasado.
A partir de sus votos en Navidad de 1800 es el padre José María, siempre al servicio de esa obra de Dios, nunca de él. Junto a ello, su ser de Pastor crece en servicios como vicario de varias diócesis (Tours, Sées ,Troyes, Rouen, etc.) y con el anhelo que se vuelva realidad las misiones por lejanas islas. Doble amor de su corazón, sirve a la Iglesia y a la expansión de su Congregación. Sus visitas, cartas, consejos, afecto, acompañan el rápido crecimiento de la Congregación. El hombre de campo se vuelve conductor de la fraternidad con las realidades de personas y circunstancias. Todos saben que es realmente el buen padre.

El Buen Padre en fechas

  • El 1 de marzo de 1768 nace en Coussay-les-Bois, un pequeño pueblo cercano a la ciudad de Poitiers.
  • En 1790 se ordena subdiácono y diácono. Es el año en que la Asamblea Constituyente aprueba la Constitución civil del clero; hay que jurarla o exponerse al destierro.
  • El 4 de marzo de 1792 se ordena sacerdote, en forma secreta, en la biblioteca del Seminario Irlandés de París.
  • En 1792, entre mayo y octubre, vive cinco largos meses escondido en el granero del castillo de la Motte d’ Usseau, donde vive la experiencia espiritual cumbre que lo lleva a fundar la Congregación.
  • El 20 de octubre de 1792 sale del granero y se convierte en apóstol clandestino en medio del régimen del Terror.
  • Desarrolla un activo apostolado en Poitiers y sus alrededores.
  • En Noviembre de 1794 conoce a Enriqueta Aymer.
  • El 24 de diciembre de 1800, profesa sus votos religiosos. Nace la Congregación.
  • El 27 de marzo de 1837, a la edad de 69 años, muere en la casa de Picpus, en París. Sus últimas palabras tienen resonancia misionera: “ Valparaíso… Gambier…”.

La Buena Madre Henriette Aymer

Su origen en la sociedad de fines del Antiguo Régimen, le dan un ambiente y una educación en los valores religiosos propios de la tradición francesa y la somera instrucción apropiada para la mujer.
Cuando la afecta la persecución social y religiosa, buscando sentido a su vida, tras su encuentro con Dios en la prisión, es llevada a la Sociedad del Sagrado Corazón, al Padre Coudrin, su guía, y al grupo de las solitarias, con quienes comienza a andar. Es el grupo inicial de la Congregación.
Desde ese momento se entrega a la realización de la Congregación. Cohesiona en torno a ella al grupo de las Solitarias y a muchas mujeres que buscan una oportunidad de consagración tras la destrucción de la vida religiosa provocada por los acontecimientos políticos. Su liderazgo innato le permiten crecer como Fundadora pero más aún como Madre. Su bondad unida a un carácter fuerte, vivo y sensible al otro, la llevan a ser la Madre y Fundadora en ese rápido crecimiento de la rama de las Hermanas.
Uno de los dilemas que nos presenta la vida de “ la Buena Madre” es la conjunción en ella de aspectos aparentemente contradictorios. Una profunda vida mística la lleva a horas de adoración, a una unión continua y a fenómenos místicos que ella misma no logra explicar, pero que el padre Coudrin aprovecha para saber los designios de Dios sobre la joven congregación. Por otro lado una actividad incansable, más de 20 fundaciones a lo largo de Francia, formación de hermanas, apoyo a las cabezas de las comunidades.
Preocupación práctica y efectiva de todos los aspectos materiales de las dos ramas. Una maternidad desbordante en afecto y cuidados. Si a esto unimos su incomprensible necesidad de penitencia por medios hoy considerados excesivos, sus viajes y sus largas horas de adoración de noche, la vida de la Buena Madre es “ un constante milagro”, según una afirmación del Buen Padre.
Su correspondencia con hermanos y hermanas, sus breves “mensajes” al Buen Padre – en nuestro léxico ss.cc. “billets”- los testimonios de quienes la conocieron, nos hablan de una personalidad fuerte y sensible, mujer de acción muy sentimental, de sentido práctico y de contemplación, como las grandes místicas. Persona compleja, rica, mujer de Dios y Madre de muchos. La Buena Madre.

La Buena Madre en fechas

  • El 11 de agosto de 1767 nace en S. Georges-de-Noisné, población situada al suroeste de Poitiers.
  • Entre 1785 y 1793 vive su juventud en un “ambiente mundano”, muy propio de su condición de mujer de clase noble.
  • Entre el 22 de octubre de 1793 y el 11 de septiembre de 1794 permanece arrestada en la cárcel de las Hospitalarias, en Poitiers, por esconder a sacerdotes que se negaban a jurar la constitución civil del clero. Allí vive una experiencia de conversión, que cambiará el rumbo de su vida.
  • En marzo de 1795 es recibida como externa en la Asociación del Sagrado Corazón, grupo que acompaña el Buen Padre.
  • El 20 de octubre de 1800 hace sus primeros votos, junto a otras cuatro compañeras.
  • El 24 de diciembre de 1800 hace sus votos definitivos.
  • El 23 de noviembre de 1834 muere en Picpus, París.


    El día de Navidad de 1800, el fundador y la fundadora se comprometen juntos a llevar adelante esta obra. El Papa Pío VII confirmó la Congregación en el año 1817 por la declaración «Pastor aeternus».

1. El desarrollo posterior a los Fundadores (1837-1853)

Las sucesoras de la Fundadora fueron Françoise de Viart (1834-1850) y Constance Jobert (1850-1853). A la muerte del Fundador, le sucedió monseñor Rafael Bonamie (1837-1853).

En este período la Congregación sufrió fuertes tensiones internas. ¿Se debía continuar el estilo de vida y de trabajo configurado progresivamente en el tiempo de los Fundadores o debía ser adaptado a los cambios de la sociedad, de la Iglesia, de la vida religiosa y tenerse en cuenta la nueva situación que se crea sin la presencia carismática de ellos?. Estuvo a punto de romperse la comunión de la Congregación, no sólo momentáneamente y como un paréntesis, sino de forma definitiva. Es un fenómeno que se repite en la historia de la vida religiosa cuando la generación que ha vivido con los Fundadores tiene que ensayar una situación en la que nuevas normas suplan la referencia a la propia persona de los Fundadores. En 1853 los dos Superiores Generales dimitieron y fueron reemplazados por Gabrielle Aymer de la Chevalerie y por el padre Euthyme Rouchouze. Tras esto un grupo de hermanos y hermanas dejaron la Congregación.

A pesar de esas tensiones, la Congregación comenzó a crecer. Hubo numerosas fundaciones en Francia y en 1840 los hermanos fundan la primera casa fuera de Francia, en Lovaina (Bélgica). Las hermanas fueron a Chile (1838) y a Perú (1848). Aumentó sin cesar el número de hermanos enviados a América Latina y a Oceanía. Lo profundamente que deseaba la Congregación comprometerse con las misiones podemos apreciarlo en el hecho de que tuviese un barco propio, el «Marie-Joseph», que naufragó con 14 hermanos y 10 hermanas, camino de Oceanía (1842).

2. El tiempo del restablecimiento y de la reflexión (1853-1870)

Tras el momento delicado de la confrontación y del cisma, felizmente resuelto, llega un tiempo, bajo el liderazgo de los nuevos Superiores Generales: Eutimio Rouchouze (1853-1869) y Gabriela Aymer (1853-1866), en el que inicialmente hubo un período de calma y de cierta paralización, pero también de reflexión, de vuelta sobre sí mismo y de preocupación por el crecimiento buscando nuevos miembros para la Congregación.

Ahora bien, los Superiores Generales tuvieron que hacer frente a una serie de problemas económicos. El grupo que se había separado de la Congregación entabló numerosos procesos judiciales contra la Congregación, que se vio así muy presionada por las deudas.

El P. Eutimio Rouchouze era un hombre de gran hondura espiritual. Estaba especialmente interesado en la consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María y el papel de ambos en el misterio de la salvación. Acentuó como camino espiritual el asumir el sufrimiento, completando la pasión del Señor por su Cuerpo que es la Iglesia. Al terminar su vida, la Comunidad había recuperado su entusiasmo apostólico y su unión fraterna, en un espíritu de fidelidad a su carisma.

Las Hermanas se concentraron sobre todo en la educación, especialmente de los niños pobres; también los hermanos asumieron un papel activo en ese campo. Se hicieron famosos los colegios de la Congregación, así como el trabajo de los hermanos en la formación del clero secular.

Las hermanas llegan a Honolulú (1859) y a Ecuador (1862). En 1864, el hermano Eugenio Eyraud comienza la evangelización de la Isla de Pascua; después de algunos años difíciles toda la isla se hizo católica.

 

Para preparar a los misioneros se crearon las «escuelas apostólicas»: acogían la abundancia de jóvenes, muchos de fuera de Francia, que deseaban ingresar en la Congregación, precisamente por ese rasgo que conocían por las revistas misioneras de entonces. Fruto y expresión de esta realidad es el P. Damián De Veuster , que a los treinta y tres años de edad se ofreció al Vicario Apostólico para ser «sepultado vivo» con los leprosos en Molokai (archipiélago de Hawai). Desde el principio se identifica con los enfermos y llegará a decir: nosotros los leprosos, una identificación que no es de palabra y por ello llegará el día en que el mal se manifieste en su carne y comience su lenta destrucción, hasta la muerte.

3. Un periodo de turbulencias (1870-1914)

Durante el gobierno de los Superiores Generales Marcelino Bousquet (1869-1911) y Benjamine le Blais (1866-1879), Angele Chauvin (1879-1893) y Marie-Claire Pecuchet (1894-1925) la Congregación se desarrolló con gran rapidez, ya que había gran afluencia de candidatos. La fama del P. Damián de Veuster llevó a muchos jóvenes a entrar en la Congregación.

El carácter anticlerical del gobierno francés obligó a hermanos y hermanas a fundar comunidades fuera de Francia, es cuando la Congregación se hace verdaderamente internacional. En mayo de 1871 los cuatro consejeros generales, los llamados “mártires de la Comuna”, fueron masacrados por los “comuneros” de París. Diez años más tarde las Órdenes y Congregaciones religiosas fueron el objetivo de las leyes antirreligiosas francesas. En 1903 el Gobierno general de los hermanos tuvo que buscar refugio en Bélgica, en la ciudad de Braine-le-Comte.

Las hermanas fundan comunidades en España (1881), Bélgica (i894), Inglaterra (1895), Holanda (1903) y EE.UU.(1908); los hermanos se establecen en España (1880), Holanda (1892), Inglaterra (1894) y EE.UU. (1905). De ahí, la necesidad de la división de la Congregación en Provincias en la rama de los hermanos.

En 1883 parten las primeras hermanas para Bolivia. En este período hermanos va a Perú (1885), las Islas Cook (1894) y a México (1909).

Una figura notable de la Congregación en este tiempo es la del P. Mateo Crawley-Boevey. En 1907 el papa Pío X y el Padre General le pidieron predicar la Entronización del Sagrado Corazón en los Hogares de todo el mundo, una forma de apostolado de las familias que llegó a ser una actividad bien organizada y floreciente de nuestra Congregación en todas partes.

Otra manera de propagar la devoción a los Sagrados Corazones y de hacer conocer nuestra Congregación fue la publicación de revistas. Entre ellas, los “Anales de los Sagrados Corazones” merece una mención especial.

En este período de crecimiento y expansión se pone por escrito aquello que se vive, la espiritualidad propia de la Congregación. En 1898 se publica «El religioso de los Sagrados Corazones».

4. Desarrollo tranquilo y asentamiento (1914-1940)

El P. Flavián Prat (1912-1938) y las hermanas Marie-Claire Pecuchet (1894-1925) y Benjamine de Noual de la Billiais (1925-1948) son quienes lideran la rama de los hermanos y hermanas en este período, el de la primera Guerra Mundial y el período anterior a la Segunda Guerra Mundial. La guerra ocasionó víctimas entre los miembros de la Congregación y daños en las casas.

Después de la primera Guerra Mundial hubo nuevamente un periodo de crecimiento en toda la Congregación y los hermanos lo supieron aprovechar. Ya existían las Provincias de Francia, Bélgica y América Latina y se crearán las de Alemania (1920), España (1923) y Holanda (1923). Y se empieza a estar presentes en Noruega (1920), Portugal (1931) y Austria (1932). Se inicia también la presencia de la Congregación en Asia y África. Las hermanas se establecen en Canadá en 1928.

En México, los padres tenían grandes dificultades durante la persecución de la Iglesia (1918-1924). Los hermanos fueron a Brasil (1925) y Argentina (1929). Es notable la vida del P. Eustaquio van Lieshout, nacido en Aarle-Rixtel (Holanda), que fue misionero en Brasil, apóstol de la «paz y la salud», beatificado el 15 de junio de 2006 en Belo Horizonte (Brasil).

Las hermanas llegaron a Argentina también (1935). Por primera vez, los misioneros de la Congregación fueron a Asia. Los hermanos comenzaron en las Indias Orientales Holandesas (Indonesia) (1924) y la isla china de Hainan (1923). La atención también se dirigió a África, y así una misión se inició en el Congo (1930).

Pero la Guerra Civil Española fue el preludio de un desastre de alcance mundial. 14 hermanos fueron asesinados. El Padre Teófilo Fernández de Legaria (38 años), superior del seminario de El Escorial, junto con los padres Isidro Iñiguez de Ciriano Avechuco (35), Gonzalo barrón Nanclares (37), Eladio López Ramos (32) y Mario Ros Ezcurra (26) fueron beatificados el 13 de octubre de 2013.

No es un tiempo, el de «entreguerras», en el que los hermanos y hermanas de la Congregación se abran a una verdadera renovación y profundización de la espiritualidad. Será preciso esperar a que los cambios inmensos que se están dando en la sociedad abran interrogantes y éstos sean escuchados; en realidad, será preciso esperar a los tiempos del Vaticano II (1962-1965). La Congregación hasta entonces vive de la tradición recibida y no emprende nuevas rutas.

5. La transición a un nuevo período (1940-1960)

En 1938 el P. Juan du Coeur de Jésus d’Elbée fue elegido Superior General de los Hermanos. En 1958 renunció a serlo «de por vida» (así era hasta entonces) y le sucedió el P. Enrique Systermans, belga, el primer Superior General no francés. La hermanas Benjamine de Noual de la Billais (1926-1948) y Zánaïde Lorier (1948-1964) fueron las superioras de las hermanas.

Durante su gobierno, a pesar de los estragos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la Comunidad se multiplicó rápidamente: de 1143 profesos en 1935, pasó a 2000 en 1958. Las Hermanas en 1955 eran 1500. Es tiempo también de crecimiento en cuanto a los países con presencia de la Congregación: por ejemplo, se hacen fundaciones de los hermanos en Polonia (1946), Irlanda (1950) y Canadá (1956).

El Gobierno General se trasladó a Roma y los hermanos abrieron también algunas casas en el norte de Italia (1956).

También se hicieron nuevas fundaciones lejanas. En 1948, los hermanos se establecieron en Ecuador y algunos fueron enviados a Japón. Los misioneros de las Islas Cook ocuparon temporalmente las islas Chatham y se establecieron entre los emigrantes de Nueva Zelanda para continuar allí con ellos la misión. En 1956, algunos de los padres partieron para Mozambique y un año más tarde para Singapur.

Después de la guerra, la Obra de la Entronización siguió extendiéndose en casi todas partes, bajo la firme dirección del Padre Mateo, que murió en 1960. La Asociación exterior continuó su excelente trabajo y muchas familias se inscribieron para la “Adoración nocturna en el hogar”, lo que provocó el siguiente comentario de un periodista: «La Congregación del Padre Coudrin no deja que el mundo se duerma”

Pero los años 50 señalan un tiempo en el que comienzan a darse algunos cambios. Cada vez se sentía con mayor fuerza la necesidad de reformular nuestra herencia espiritual desde nuevas perspectivas teológicas, bíblicas e históricas. En esa dirección se tomaron diversas iniciativas. Con todo, el vuelco dramático que supuso el Concilio Vaticano II es el que desencadenó una apertura a caminos totalmente nuevos. A partir de ahí se va abriendo, cada vez más decididamente, lo que podemos llamar el «hoy» de la Congregación, con todas sus luces y todas sus sombras, con sus riquezas y sus desafíos, con sus lugares de crecimiento y de muerte o de vida con difíciles perspectivas de futuro.

6. La Congregación del Vaticano II hasta hoy (1958-actualidad)

Los profundos cambios que se dan en la sociedad y en la Iglesia a lo largo de esta segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI acompañan y repercuten en la vida de la Congregación.

A lo largo de este tiempo se suceden como Superiores Generales (desde ahora van a ser «ad tempus», por seis o doce años como máximo) el belga H. Systermans (1958-1970), el holandés Jan Scheepens (1970-1982), el irlandés Patrick Bradley (1982-1994), el español Enrique Losada (1994-2006) y desde 2006 hasta la actualidad Javier Álvarez-Ossorio, también español (relegido en 2012). Y en la rama de las hermanas Zenaide Lorier (1948-1964), Brigid Mary McSweeney (1964-75), las españolas María Paloma Aguirre (1975-83) y María Pía Lafont (1983-1994), Jeanne Cadiou (1994-2006) , la española Rosa Mª Ferreiro ( 2006-2012) y la ecuatoriana Emperatriz Arrobo, elegida en 2012.

Se trata de una época de muchos cambios y tensiones en la Congregación, que solamente cabe enumerar sin profundizar en ellas.

El Concilio Vaticano II (1962-1965) suscitó una profunda reflexión sobre la naturaleza y misión de la Iglesia en el mundo. Hizo inventario de la situación y propuso caminos de futuro. También para esa parcela de la Iglesia, que es la vida religiosa. El decreto «Perfectae Charitatis» marca de alguna manera pistas básicas para la renovación y de ahí deriva una corriente de vida que está en medio de las tensiones que viven todas las Congregaciones entre la fidelidad a la tradición y la búsqueda de nuevos modos de vida y misión para la vida religiosa hoy.

Los hermanos y las hermanas han ido dando pasos parecidos. Podemos mencionar algunos hitos en este proceso. El Vaticano II abre todas las puertas y en los solamente 12 años de H. Systermans (1958-1970) «cambia casi todo». Se acentúa la descentralización de la Congregación, las Provincias pueden tener capítulos provinciales con capacidad para tomar decisiones en muchos asuntos. Se va incubando una tensión entre lo que es la vida de los religiosos, más pegada a la misión e inserción en la Iglesia local y esa dimensión de «comunidad internacional», de Congregación, que queda sin posibilidades de garantizar la unidad. Las hermanas van a vivir un proceso semejante sobre todo a partir del Capítulo General extraordinario de 1968 y luego con Mª Paloma Aguirre como Superiora General.

El Capítulo General de 1982 fue muy importante para los hermanos. Les ofreció un programa para el futuro: construir un mundo más justo en solidaridad con los pobres, lograr una renovada e inspirada vida comunitaria en todos los niveles, buscar juntos lo que es esencial en nuestro carisma y misión. Unas pistas de crecimiento que fueron alimentadas especialmente con la presencia frecuente del Gobierno General en las Provincias (Capítulos Provinciales, Conferencias continentales, encuentros internacionales …) junto con la profundización y la animación para poner en práctica iniciativas en sintonía con esas tres líneas de crecimiento.

Por esos años también tiene lugar el proceso de participación de toda la Congregación, ambas ramas, en la elaboración progresiva de las nuevas Constituciones y Estatutos de la Congregación. En el año 1988, se celebra conjuntamente en El Escorial (España) el 34º Capítulo General de los hermanos y el 31º de las hermanas y tiene lugar la aprobación conjunta del Capítulo I de las nuevas Constituciones, común a ambas ramas.

Aún contando con las diferencias, van apareciendo puntos de encuentro, muchos más que en el reciente pasado que le precede. Y se va abriendo paso progresivamente, desde la autonomía de las Provincias, un sentimiento de pertenencia a una misma comunidad internacional, en la que todos sus miembros viven y trabajan con un mismo carisma y con una misma y común visión y misión. Una nueva conciencia que se expresa de muchos modos en la vida y que en amplitud mundial abre paso también a la idea de estar en otros continentes, no solamente en perspectiva de misión, sino también en la de llegar a ser Congregación con el «rostro» propio de cada continente o país: en África, en Asia, en Indonesia, en algunos países de América Latina.

A esta evolución más estructural le ha acompañado algo que da vida e ilusión y con lo que se identifican las nuevas generaciones de religiosos/as, que no son prisioneras de ningún pasado, aunque valoren apasionadamente nuestros orígenes como Congregación. Podríamos decir que la Congregación ha vivido un largo camino en las últimas décadas en busca de nuestro carisma ss.cc.. La invitación a hacerlo venía ya del Concilio.

Ya las Constituciones de 1964 (hermanos) recogen elementos y sensibilidad que en algún aspecto suena a futuro; luego, en 1970, la Regla de Vida, de tanto valor e inspiración para muchos miembros de la Congregación durante estos años; los estudios sobre algunos puntos del carisma, sobre todo otros estudios de índole histórica sobre la época de los Fundadores y la Comunidad primera; ensayos de reformulación del carisma a los que se atrevieron desde perspectivas diferentes algunos hermanos y hermanas; las cartas de Pat Bradley sobre nuestra misión y sobre el carisma e identidad ss.cc.; la elaboración conjunta por los hermanos y hermanas del Capítulo primero de las Constituciones, «nuestra vocación y misión ss.cc.», en 1988; entre otros, ésos son jalones de un movimiento positivo, generador de identidad, de vida, de esperanza para la

Congregación hoy.

Con ese bagaje espiritual y organizativo, la Congregación va adquiriendo una fisonomía multicolor. Afronta el futuro, desde la diversidad que enriquece al estar animada por una misma espiritualidad y misión: con desafíos diferentes en el continente europeo o América del Norte que en los países de América Latina; con presencias muy asentadas, junto a otras apenas estrenadas, en Asia o en África; con una camino de unidad, relación en la vida y colaboración en la misión entre los hermanos y las hermanas; con el reto no solamente de vivir de forma significativa el carisma ss.cc. en masculino y femenino, sino además en los diferentes «estados de vida» en los que encarnan los cristianos su trayectoria vital.

Esa es la Congregación de los Sagrados Corazones, que es en la actualidad una familia ss.cc. de religiosos, religiosas y laicos. En el Capítulo General de 2006 de los hermanos, se subraya el hecho de que el Señor nos llama a ser contemplativos, compañeros y compasivos. Se trata, ante todo, de contemplar a Jesús, su persona, su palabra, su presencia siempre actual. De acompañarnos mutuamente y de extender la fraternidad en los más diversos ámbitos. De traducir esa contemplación y fraternidad en compasión, que testimonia el amor de Dios especialmente a los más débiles y marginados.

Fuente: www.ssccpicpus.com