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Domingo 2 de octubre de 2016

Por Alejandro Astudillo Cornejo, encargado de Disciplina y Profesor de Religión, Colegio San Damián de Molokai SS.CC.

Hab 1,2-3; 2,2-4; 2 Tim 1,6-8.13-14; Lc 17,5-10

Lucas en su evangelio nos muestra cómo los apóstoles, seguros de su fe, le piden al Señor que les aumente esa fe, la cual no es la fe en la mesianidad de Jesús, sino que es la fe inquebrantable en Dios. Jesús, los baja a tierra con una comparación exagerada, lo que llamamos “hipérbole”, al decirles que si su fe fuese tan pequeña como un grano de mostaza, hasta un árbol que es conocido por lo fuerte de sus raíces como la morera (sicóromo); siga sus órdenes, vaya y se plante en el mar.

Algo muy fuera de lo común, ya que el orden de la naturaleza no puede alterarse: en el mar no crecen árboles. Hace ver Jesús a los apóstoles, que se debe tener cuidado con las pretensiones y la visión que se puede tener de uno mismo. Es posible pensar que en nuestra vida es así, hay veces que nos creemos tan buenos en lo que hacemos, tan seguros de nuestras cualidades y no notamos las falencias en nuestra vida común y menos las vemos en nuestra fe. Por ello la parábola que relata Jesús nos hace entender, utilizando como ejemplo una dura realidad de su tiempo: el señor y su esclavo, el cual, solo hace su deber y obedece a su amo. Por su parte, el amo, no piensa un segundo en agradar o agradecer al esclavo por su trabajo. Esta imagen ayuda a Jesús a mostrar las verdades y doctrinas del Evangelio echando por tierra la doctrina farisea de la retribución. El esclavo no debe exigir agradecimiento por su trabajo, ya que es LO QUE DEBE HACER.

Así está el hombre en relación a Dios. El discípulo, no puede perder conciencia de que es eso y nada más. Pero no perdamos el norte; la figura de ese amo que no agradece es contraria a la figura del Dios de Jesús, si bien somos siervos de Dios, Dios no es ese amo mal agradecido o exigente, que no se preocupa de sus criados, al contrario, este “amo” ha enviado a su hijo a sanar al esclavo, se remarca el hecho que Dios hace todo por amor y se preocupa por su pueblo. Dios no es ese amo sin compasión o tirano, todo lo contrario. Entonces, si obras bien, haces las cosas bien y tu vida es ejemplo de virtud, sólo has hecho las cosas para las que fuiste creado, exaltar la humanidad; ser agente de unidad, mostrar el amor de Dios es un don de la gracia de Dios, ya que sin ella, no podríamos realizar algo más que “vivir” con minúscula y no “VIVIR” LA VIDA que Dios creó para nosotros. Tan bueno es Dios, que nos hace a su imagen y semejanza, y eso, debe ser patente en nuestro diario vivir. En el texto el siervo es “inútil” en el sentido que a su Señor sólo le importa que haga sus deberes, contrario a nosotros ya que somos creados para ser felices y esa felicidad debe trasuntar a los demás y a la sociedad. Debemos ser quienes llevemos el reino de Dios a todos los hombres.

Actividades:

Para la revisión de vida:

  • ¿Estoy presto a escuchar la Palabra de Dios y dejar que ella viva en mi interior?

Para compartir en grupo:

  • ¿He estado desesperado y he clamado al Señor que me escuche?
  • ¿He sido paciente y he confiado en el Señor sabiendo que él se presenta en el momento propicio?
  • ¿Bendigo al Señor en mi vida?
  • ¿He endurecido mi corazón y he dejado que ello le impida la entrada a Dios en mi vida?
  • ¿Revivo el don de la fe a diario?
  • ¿Me avergüenzo de dar testimonio de mi fe en la vida?
  • ¿Soy agente evangelizador en mi casa, trabajo; con los amigos?
  • ¿Cómo está mi fe en estos días? ¿sólida, dubitativa; fuerte?
  • ¿He sido un siervo obediente en las cosas de Dios?