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Domingo 7 de agosto de 2016

Por Comunidad Camino de la Rama Secular

Sab 18,6-9; Heb 11,1-2.8-19; Lc 12,23-48

En el Evangelio de esta semana se nos llama a estar vigilantes: en la primera parte se nos invita al desprendimiento económico -uno de los grandes valores evangélicos- Jesús nos pide a cada uno el desprendimiento y también a toda su Iglesia (rebaño) nos dice que lo importante no es construir grandes instituciones ni conquistar puestos de mando en la sociedad, sino vivir una pobreza digna en libertad, solidaridad y preocupación activa con los más necesitados.

El Reino es el tesoro, lo demás es superfluo. Dios nos ha introducido en el Reino y nos pide ser responsable de él.

Luego el Evangelio presenta tres parábolas sobre la vigilancia:

– Tengan la cintura ceñida y las lámparas encendidas. Estar ceñidos significa estar preparados, prontos para la acción inmediata y las lámparas encendidas indica que la vigilancia es tanto para el día como la noche (24 hrs.). ¿Cómo podemos lograrlo?.

– El dueño y el ladrón. Aquí el Señor nos pide tener conciencia clara de los peligros que nos amenazan, pues basta un momento de distracción, flojera, dejadez para que alguien se aproveche para robarnos nuestros valores.

– El propietario y el administrador. Acá se nos muestra lo importante que es la prudencia, responsabilidad y lealtad con el amo y el respeto hacia todas las persona especialmente a las que se nos ha puesto bajo nuestro cuidado, no debemos olvidar nuestra misión.

La vigilancia es sinónimo de atención, cuidado y desvelo por los dones que Dios nos ha confiado.

La vigilancia es saber esperar, pero no una espera pasiva, inútil, sino la espera activa y dinámica del hombre que desea ajustar su comportamiento a las enseñanzas y voluntad del padre Dios.