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Pastoral de la mujer en Libertad: creo en vos, creo en mí

Por Valeria Martins
Parroquia San José – Libertad

Hace unos años, un grupo de mujeres pensó que sería bueno tener en nuestra comunidad, la de la Parroquia San José de Libertad, un espacio para nosotras. Observamos que la gran mayoría de las personas que participan en la iglesia son mujeres, y a su vez, vimos que las mujeres no teníamos un espacio propio. Poco a poco se fue gestando nuestra Pastoral de la Mujer, que no es otra cosa que una buena excusa para juntarnos, re-conocernos, compartir, tomarnos unos mates y de paso (mate va, mate viene) llorar nuestros dolores más profundos, abrazarnos en nuestro duelos más terribles, reírnos de nosotras mismas, cantar, bailar, rezar y aprender poco a poco a querernos más y mejor.

No es tarea fácil eso de querernos. Nuestra historia, la de las mujeres, es una historia de lucha y dolor. Ni siquiera nosotras somos conscientes de aquello de lo que somos capaces y muchas veces dejamos que otras voces nos acallen, nos violenten, nos disminuyan…

Viendo esta necesidad que tenemos de encontrarnos, como desde hace tres años, nos reunimos en torno a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Proclamado así por la ONU en 1977, esta fecha hace referencia a los hechos que sucedieron el 8 de marzo de 1908, cuando murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían. Vaya fecha…

Nuestro encuentro consistió en reflexionar en torno a las luchas de las mujeres a lo largo de historia en el mundo. Dinámicas mediante, nos presentamos. Dijimos quiénes éramos, qué hacíamos, de dónde veníamos. Luego, indagamos en qué mujeres habían sido nuestras referentes y por qué. Ahí escuchamos repetidas veces las palabras madre, tía, abuela, hermana, hija, nieta y hasta alguien nombró a la propia Malfalda! Después de compartir una serie de videos en los que intentamos rescatar a muchas mujeres cuyas batallas han sido públicas y que son claramente referentes no sólo de otras mujeres sino de la humanidad; y otras, tal vez anónimas que también han dejado un importante legado para las generaciones venideras, empezamos a pensar en que cada una de las mujeres que estábamos ahí teníamos nuestras propias luchas. ¡Y qué luchas! Mujeres huyendo de la violencia machista, de los trabajos inhumanos en el campo, del abuso sexual, de padres o madres alcohólicos/as, de un horizonte chato sin expectativas de crecimiento.

Y ahí conversando, sacándonos las mochilas pesadas que muchas veces intentan detenernos, llorando lo perdido, abrazando a la que llora, riéndonos de nuestras propias desgracias, algo de luz empezó a renacer entre nosotras…

Muchas veces pienso que las mujeres somos como el arcoiris. Este se eleva lleno de belleza y color luego de la tormenta. No es como el relámpago, que quejumbroso anuncia su llegada e ilumina todo para ser visto. El arcoíris es silencioso y sereno. Signo de ternura y renacimiento, viene a enseñarnos, cada vez, que después de la tormenta siempre se puede renacer, y la vida puede llenarse de colores y de ilusión. Creo que si nos juntamos y nos apoyamos mutuamente la lucha diaria será más llevadera. Creo en las mujeres profundamente. Creo que somos capaces de crear un mundo en el que ya no tengamos que lamentar más víctimas de la violencia. Creo que entre todas y entre todos podemos. Creo en vos y creo en mí. No está todo perdido.