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Hna. Panchita Morales: Una misericordiosa matriarca

Como lo indica su cariñoso “nombre”, ella irradiaba autoridad y convicción, pero también cercanía tierna y “misericordiosa”. Al igual que otras religiosas del post concilio y de su congregación, Panchita fue una mujer y una religiosa adelantada a su tiempo. Se puso a vivir en la población en medio de los pobres con claridad hasta el final de sus fuerzas. Solo la fragilidad de la enfermedad y la baja en las vocaciones hicieron que emigrara de su querida población Malaquías Concha.

Cuesta definirla con un solo término. Fue educadora y no solo profesora de castellano, teóloga de la Liberación, feminista, acompañante de laicos/as, confidente de tantos y tantas; ecuménica en sus relaciones pastorales con hermanos de otras iglesias; amiga de Tata Esteban, de Pablo Fontaine, Ronaldo Muñoz, Pepe Aldunate, Mariano Puga y muchos más. Al lado de estos titanes de la coherencia y la defensa de los DD.HH. ella brillaba como una más. En toda reunión, asamblea o acto social de la época de la dictadura y las dos décadas que siguieron a la vuelta de la democracia, ella siempre estuvo aportando con sencillez, profundidad y valentía su mirada crítica y aguda pero, al mismo tiempo, misericordiosa y femenina.

Una luchadora movida y sostenida por la fe. Se dejó envolver por el post concilio y por el amor a Jesús, su Evangelio y el Reino. Y, de ahí, ¡Nadie nunca la movió!.

Ejerció variados cargos de autoridad en su Congregación y en CONFERRE. En todos destacó como una verdadera “matriarca” querida, respetada y valorada. Ya se le echaba de menos, ahora más con su ausencia física.

Pero pedimos al Dios de Jesucristo, a quien ella amó y sirvió, nos regale esa actitud visionaria que supo confiar en los laicos, trabajar a la par con curas y monjas, aportar su talento en los roles de autoridad siendo superiora general de la Congregación de las Hermanas del Amor Misericordioso, formadora de religiosas, educadora y cercana a la juventud popular en los barrios donde ella participó.

Me quedo con el recuerdo de esa patrulla de monitores juveniles ecológicos que ayudó a formar en la CEB María de la Esperanza, a fines del 2009, pues estaba convencida de que el futuro de la Iglesia pasaba por el amor y el cuidado de la juventud, del medio ambiente y la formación de los laicos.