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V Domingo de Pascua

Hch 6,1-7; 1 Ped 2,4-9; Jn 14,1-12

José María R. Olaizola, un jesuita español, dice así al final de una de sus oraciones: “Y los pies se mueven, casi sin darse cuenta, para seguir las huellas de quien nos pide, hoy y siempre, seguir caminado”. Escogí esta frase porque creo que el evangelio de hoy nos hace una invitación similar; la de seguir caminando con la mirada fija en Jesús y en su promesa.

Si uno se pone en el lugar de los discípulos puede imaginar lo difícil que ha sido para ellos escuchar del propio Jesús que va a ser entregado y negado por sus amigos, y que además todavía siguen sin comprender quién es Jesús y cuál es el camino que propone. Esta imagen de los discípulos parece que se hace presente a lo largo de los evangelios; siempre nos muestran unos discípulos que dudan, tienen miedo, son inseguros, siguen sin comprender el modo de actuar de Jesús, e incluso ellos no saben cómo actuar por si mismos ante las situaciones que se les presentan. Discípulos que se equivocan. ¡Qué bonita y tan humana imagen esta, la de estos discípulos! ¡Y cuánta es la bondad, paciencia y misericordia que Jesús tiene con ellos!

Bondad porque Jesús no quiere que nadie se pierda. Hay una casa preparada por Él para todos. El evangelio nos muestra así una imagen calidad de la casa del Padre, un lugar preparado para nosotros y al cual, todos estamos invitados. Y porque no quiere que se pierda nadie, Jesús les pide que no se inquieten cuando venga la turbación y además les indica cual es el camino: poner la mirada en Jesús, que es Camino, Verdad y Vida.

Con esta frase que tanto hemos escuchado, Jesús les dice a los discípulos que pongan la mirada en él, porque el va a ir delante marcando el camino, un camino que pasa por la entrega de la propia vida por amor y en el que no hay seguridades o verdades ya conseguidas, sino camino de ir descubriendo esa verdad y en el que se nos promete vida, y vida en abundancia. Jesús se presenta como camino a seguir, y nosotros entramos así en un proceso de discipulado donde vamos aprendiendo a amar y a ser más humanos al modo de Jesús.

Hoy en la congregación recordamos la vida del Padre Damián, misionero que decidió emprender ente camino de entrega y hacerlo al modo de Jesús. El decía en una de sus cartas en la que hablaba del servicio: “una gran bondad hacia todos, una tierna caridad para con los necesitados, una dulce compasión para con los enfermos y moribundos: ésta ha sido mi pedagogía”. Esto le llevo a experimentar esa extraña felicidad que le hizo preferir quedarse con sus leprosos a salir de la isla sanado. Quizás hoy, con todo lo que estamos viviendo a causa de la pandemia, estamos también invitados nosotros a repensar nuestro modo de servir y entregarnos y emprender este camino de aprendizaje, poniendo la mirada en Jesús, quien nos pide hoy y siempre seguir caminando.