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Aníbal Matus: Un protagonista del quehacer comunitario, un testimonio cristiano que dejó huellas

Emblemático agente pastoral de la parroquia San Pedro y San Pablo, que partió al encuentro del padre y que es reconocido por sus cercanos como un gran maestro.

 

“Tata Aníbal”, “Maestro Matus”, así  llamaban a este hombre cristiano, poblador y sindicalista del sector de la parroquia San Pedro y San Pablo, ubicada en la comuna de La Granja, en la zona Sur de Santiago.

El pasado domingo 20 febrero inició su camino a la luz, expresaban sus cercanos, a los 91 años de edad falleció este maestro carpintero, reconocido por su testimonio de vida, tan fecundo, valiente e inspirador.

El provincial de nuestras congregación, René Cabezón ss.cc, recibió con pesar esta noticia y agradeció por su testimonio vida, del cuál fue testigo cuando conoció a Aníbal Matus, en la década de los 80: “Se cultivó a sí mismo, como buen maestro carpintero fue tallando su vida, descubriendo sus mejores vetas para que emergiera ese hombre cristiano, sin duda, al alero e iluminado siempre por su esposa Blanca, quien fuera  una gran valuarte, entre tantas mujeres, organizadora de ollas comunes y otras iniciativas barriales”, expresó René.

Una de sus reconocidas acciones fue su participación del proyecto Casa Azúl, liderada por un grupo de pobladores y nuestro Ronaldo Muñoz ss.cc, un espacio para niños que están fuera del sistema escolar y que actualmente dirigen Samuel Vásquez, quien conociera al “Maestro Matus”, como él lo llama, cuando tenía 15 años: “El tata fue un agente comunitario, un sindicalista, se la jugó por los  derechos de los trabajadores y de los pobladores. Inserto en todas las expresiones de organización que han existido en el territorio: Clubs culturas, comunidades cristianas, bolsa de cesantes, juntas vecinales, entre otras” recordó Vásquez.

En la misma línea Eugenia Mellado, profesora de la Casa Azúl, expresa que  el “Tata Matus” era un hombre de acción más que de discurso: “Siempre estaba haciendo cosas, era un protagonista del quehacer comunitario, sin ningún interés por figurar, siempre desde un compromiso noble. Hacía sus propias campañas, entre vecinos para traer materiales para los niños de la escuela, elaboró los primeros muebles para Casa Azúl” agregó la profesora.

Así como aportaba en los proyectos barriales, también fue un aportador de la vida pastoral, cómo catequista, pero también su protagonismo en la Pastoral Social y el acompañamiento a los enfermos fue clave: “Aníbal fue cristiano, que a pesar de ser un hombre de una instrucción muy básica, fue creciendo en sabiduría para leer la Biblia y aplicarla en su vida . Fue un diamante que se fue puliendo, en tiempos de dolor, pero también de esperanza, junto a su esposa Blanca, tuvieron 4 hijos, todos comprometidos desde niños en las pastorales de la parroquia San Pedro y San Pablo”, valoró René Cabezón.

El provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones, también agregó que con Aníbal se va cerrando una etapa de laicos que fueron insignes, hombres y mujeres comprometidos con la fe y su barrio, “que también lo llevó a un compromiso político, pero siempre desde la óptica del Evangelio, por búsqueda justicia y defensa a los derechos humanos” finalizó René Cabezón sscc, agradeciendo por la vida de Aníbal Matus Rodríguez.

 

Su familia nos comparte un semblanza de vida y obra de Aníbal Matus Rodríguez 

Aníbal Matus Rodríguez, nació el 22 de enero de 1931 en Santiago, al cabo de unos años su familia, padres y seis hermanos, se trasladan a la localidad de Rosario, donde pasa gran parte de su niñez y juventud. De adulto se desempeñó como carpintero en una fábrica y en ese contexto ejerció como sindicalista, junto a su amigo Clotario Blest.

 Abrazó siempre las ideas de una izquierda cristiana y durante la dictadura siguió férreamente luchando por los derechos humanos y la justicia social, acompañado en todo momento por los sacerdotes de los Sagrados Corazones, particularmente por Ronaldo Muñoz ss.cc y las huellas indelebles de la Teología de la liberación.

 Desempeña su compromiso católico en la parroquia San Pedro y san Pablo y  en diversas organizaciones sociales y populares de la comuna de La Granja como: FOLICO (formación de líderes cristianos obreros), Bolsa de Cesantes, Escuela Casa Azul, talleres y clubes del adulto mayor, Tierra Nueva, entre otras.

Incansable colaborador en diversos proyectos de promoción humana y cristiana, el año 1994 recibe “La cruz del Apóstol Santiago”, en mérito a sus relevantes servicios prestados a nuestra iglesia.

 Se casó con Blanca Rosa Salazar Mora, tuvo cuatro hijos: Blanca, Cecilia, Enrique y Viviana, actualmente tenía decenas de sobrinos, ocho nietos y trece bisnietos, repartidos entre Chile, Australia, Francia y Estados Unidos.

Desde la fundación de nuestra parroquia, junto al padre Esteban Gumucio y varios párrocos, animaron los Encuentros Matrimoniales, la catequesis, ministerio de la comunión, pastoral social y de enfermos.

 Era hincha del club O’higgins de Rancagua, le gustaban los tangos de Gardel y Piazzola, fiel auditor de la radio Bío Bío e inseparable del “jote” diario a la hora del almuerzo. Fue “viejito pascuero” en la Plaza de Armas de Santiago.

 En los últimos años su salud se ve muy deteriorada por diversas causales, pasa este tiempo de “reposo forzado” en casa, atendido por su familia, cuidadora y el destacado equipo de postrados del CESFAM, atesorando la vida comunitaria de su amada capilla Nuestra Señora de Guadalupe en la población Yungay, escuchando desde su cama la eucaristía virtual dominical y pidiendo la santa comunión sin cesar.

 Inició su pascua, su travesía por el camino de la luz, este domingo 20 de febrero de 2022.