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Diálogo entre los superiores generales de la rama femenina y masculina SSCC

Patricia Villarroel e Alberto Toutin sscc,  reflexionan sobre los camino de renovación de nuestra Iglesia universal

En una carta publicado por el portal www.ssccpicpus.com ambos religiosos dialogan sobre el desafío de caminar juntos, a continuación la carta completa:

Queridos hermanas y hermanos:

Los grandes desafíos de nuestro mundo han puesto a la Iglesia en camino de renovación y de conversión. Lo hacemos poniéndonos a la escucha de lo que el Espíritu de Jesús está diciendo a nuestro mundo y a las Iglesias. Lo hacemos juntos, hermanas y hermanos, con todos los compañeros y compañeras de camino. Patricia y Alberto, desde el servicio que se nos ha confiado, les ofrecemos esta reflexión que es fruto del escuchar lo que el Señor nos dice a cada uno a nuestra familia religiosa, de haberlo compartido entre nosotros y el de haber recogido lo que recibimos como fruto e interpelación para seguir caminando juntos, para seguir siendo útiles a nuestras iglesias, como familia religiosa de los Sagrados Corazones.
Les invitamos a cada uno y luego en las comunidades pastorales y religiosas a profundizar esta conversación espiritual que nos renueva y nos ayudar a ver dónde el Espíritu del Señor nos está llamando.

ALBERTO TOUTIN

¿Qué te alegra y da esperanza en la Congregación?
Me alegra ver a hermanos y hermanas, alegres y generosos en su entrega, en los distintos servicios que se les han confiado, buscadores con otros de lo que el Señor quiere para cada uno, para nuestra Iglesia y Congregación.
Me alegra esos hermanos y hermanas que, incluso en la vejez y la limitación de la enfermedad, mantienen una oración con rostros y con los anhelos de nuestro mundo.

¿Qué te entristece y te desalienta?
Me desalienta ver a hermanos y hermanas tristes, quejumbrosos, muchas veces por las pequeñas miserias que nos toca vivir en nuestras comunidades, que son bien poca cosa al lado de lo que viven cotidianamente tantas personas. Me pregunto: ¿dónde quedó la fuerza y la alegría del Evangelio?

¿Qué pasaje bíblico o figura de la Congregación te inspira?
Me gustan esos pasajes de la primera vocación de los discípulos que son llamados por Jesús, en el borde del lago de Galilea. Me gusta su prontitud para responder a Jesús pues “al instante” dejan redes, barca, casa y siguen a Jesús. También la prontitud de María, que, tras el anuncio de su misión, se dirige a visitar a su prima Isabel en donde su gravidez es el signo de que para Dios nada es imposible. Dios que sigue llamando y al que respondemos con generosidad y prontitud.
¿Cómo sueñas la Congregación en el futuro? ¿Qué pides al Señor por la Congregación?
Me vuelve a menudo a la mente la visión del fundador, una multitud de hombres y mujeres que anuncian el Evangelio. Es decir, hombres y mujeres que aman la Iglesia y que viven una fraternidad simple, acogedora y cercana a los pobres con rostro, donde cada uno pueda sentirse querido y respetado, “en casa”. Pido al Señor, que Él siga amando, reparando y conso- lando a través de esta su familia de los Sagrados Corazones, que lo haga con todo lo que somos, con nuestras fragilidades y con nuestro deseo de seguir sirviendo al Señor y a su Iglesia hasta el final.

 

PATRICIA VILLARROEL

¿Qué te alegra y da esperanza en la Congregación?
Me produce mucha alegría constatar que hay hermanas y hermanos que son bien santos. Que han vivido toda su vida entregados a los demás, a veces, en misiones difíciles lejos de su país, y que hoy viven su ancianidad con la alegría de la perseverancia, de la misión cumplida, de la fidelidad, dando testimonio de una vocación vivida en plenitud.
También me alegra y me da esperanza los esfuerzos que se hacen, aquí y allá, buscando nuevos ámbitos de misión, otras realidades que acompañar, caminos nuevos para los tiempos nuevos.

¿Qué te entristece y te desalienta?
Me entristecen ciertas dificultades comunitarias en las que percibo indiferencia, intolerancias, y faltas a la fraternidad que a veces son bien notorias. Me ha dado pena que alguna hermana me haya dicho, “a mí nadie me quiere en la comunidad; no le intereso a nadie”. No me atre- vería a decir que me desalienta, pero sí me apena que nos hagamos sufrir entre nosotras, y tengo que reconocer que a veces lo hacemos.

¿Qué pasaje bíblico o personaje de la Congregación te inspira?
Yo tuve la gracia de tener como Capellán de la comunidad del Noviciado y del Juniorado al Padre Esteban Gumucio. Su presencia entre nosotras, en la eucaristía, la mesa del desayuno o en las clases que nos daba, era siempre un testimonio de bondad, de alegría y sencillez, de sabiduría y delicadeza. Hoy me inspiran sus palabras que quedaron resonando en los muchos libros que las recogen, y trato de vivir “con los ojos fijos en Jesús” como él lo hizo.

¿Cómo sueñas la Congregación en el futuro? ¿Qué le pides al Señor para ella?
Sueño con hermanas, hermanos y laicos que caminan juntos, que buscan juntos, que ensayan juntos los caminos nuevos que hay que recorrer. En estos tiempos difíciles, de incertidumbres y dudas debemos aprender a vivir en permanente búsqueda, sin miedo a los cambios, y probando nuevas rutas, estilos y formas. Le pido mucho al Señor, que nos dé sabiduría, creati- vidad y valor para seguir haciendo nuestro futuro, al servicio de la Iglesia y muy conectados con el mundo de hoy.

♦ ¿Patricia, qué es lo que más te resuena de las respuestas de Alberto? ¿Qué recoges como fruto, como interpelación o llamado?
Me quedan resonando dos palabras en lo que dice Alberto. La palabra “prontitud”, que me hace recordar que “los pobres no pueden esperar”, y que hay que estar siempre dispuestos y abiertos a servir sin demora, y la palabra “rostro” de quienes acompañamos. Ella personaliza nuestra misión en la calle y en la capilla. Nuestra espiritualidad nos exige el contacto, la cercanía, la relación personal con la gente, para poder comunicarles el amor de Dios. Es una llamada permanente que el Espíritu nos hace.

♦ ¿Alberto, qué es lo que más te resuena de las respuestas de Patricia? ¿Qué recoges como fruto, como interpelación o llamado?
Me resuena con especial fuerza de lo que ha dicho Patricia lo que es tal vez “el” llamado y “la” vocación que hemos recibido del Señor que es a la santidad, es decir, a dejarle que sea Dios en nuestras vidas, y con nosotros, que lleve a plenitud su obra en nosotros y en el mundo. Y me alientan, tantos hermanos y hermanas religiosos y laicos que son santos en este sentido: alegres, agradecidos, que no le tienen miedo ni a los fracasos ni a abrazar las propias sombras y, sobre todo, que deciden amar con generosidad a las personas como son y allí donde están. Respondiendo a esa vocación, encontraremos los “caminos nuevos” para los “tiempos nuevos” que vivimos. Y al Señor que camina junto a nosotros y nos hace arder el corazón una vez más.