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III Asamblea Eclesial Nacional planteó desafíos para ser asumidos en todas las instancias de la Iglesia

Durante los días 8, 9 y 10 de octubre último, se reunieron en Santiago 600 personas de todo Chile para discernir los cambios en la Iglesia chilena, en lo que se denominó Tercera Asamblea Eclesial Nacional.

En esta asamblea, los participantes fueron distribuidos en 60 comunidades donde pudieron discernir a partir de los temas que surgieron con fuerza en los informes diocesanos para el Sínodo de la sinodalidad al que convocó el papa Francisco. Por ello se buscaba profundizar en el proceso nacional de discernimiento iniciado en 2018, cuando estalló la crisia de la iglesia por los abusos eclesiásticos.

En este discernimiento, la asamblea estableció temas prioritarios que deben implementar las diócesis, congregaciones religiosas y todas las instancias de iglesia. Estas son:

  • Relaciones al interior de la comunidad eclesial:
    • Avanzar juntos como Iglesia en una gestión eclesial más transparente, donde hay rendición de cuentas y capacitación.
    • Vicaría de la niñez.
    • Carácter de los Consejos. Los Consejos diocesanos y parroquiales se deben comprender como órganos de comunión, de participación, de discernimiento y de toma de decisiones.
    • Mujeres que acompañan y conducen. Nombrar mujeres responsables de acompañamiento y conducción, tanto en parroquias como en servicios pastorales diocesanos. Formar para el liderazgo y la animación pastoral.
  • Relaciones que interpelan a la Iglesia hoy
    • Medio ambiente: Reformular la estructura diocesana y/o crear un Plan o proyecto pastoral que incorpore y permita visibilizar la opción pastoral preferencial por el cuidado de la casa común.
    • Los que sufren:  Reactivar y/o promover la pastoral de movilidad humana y la pastoral social.
    • Realidad social y política: Conocer y profundizar en la Doctrina Social de la Iglesia, impulsando la dimensión profética. Impulsar procesos de formación permanente, integral y continua, y generar canales de comunicación y difusión efectivos, directos y masivos.
    • Mujer:  Promover la dignidad de la mujer, en la comunidad eclesial, en la familia, formadores, consagrados, laicos y educadores para acogerla, integrarla y acompañar su realidad.
    • Víctimas y sobrevivientes:  Seguir trabajando y poner en práctica ambientes seguros y sanos (ISE y más). Se podría hacer en colegios, parroquias, movimientos, obispos, en toda la iglesia. Toda la comunidad, todos los creyentes deben colaborar.
    • Personas con orientaciones sexuales diferentes:  Generar espacios de conversación para sensibilizar (diócesis, vicarías, parroquias, consejos, movimientos, colegios). Con Pastores, Agentes pastorales, Personal de salud: psicólogos, terapeutas, acompañantes, teólogos, moralistas, canonistas.
    • Jóvenes:  Formación para acompañar a los jóvenes, manejo de plataformas digitales, manejo de las emociones, formación y espiritualidad juvenil, formación en lenguaje juvenil, itinerario formativo integral, pedagogía de Jesús y formación litúrgica.
    • Cultura:  Procurar colaboración mutua entre la sociedad civil y la iglesia.
    • Familia:  Implementar la formación permanente de los matrimonios, desde el noviazgo para que conozcan su misión: familia como Iglesia Domestica que lleva a la fe.

La síntesis final del trabajo realizado por las 60 comunidades de discernimiento durante los tres días en que desarrolló este encuentro será entregada por el equipo nacional de la Tercera Asamblea Eclesial luego de 15 días para así poder incorporar todas las sugerencias y aportes recibidos durante la jornada de clausura.

HITOS

Luego de un significativo momento orante después de la homilía en la misa final, que incluyó una renovación de las promesas bautismales y le bendición con agua de todos los asistentes, el Secretario General de la CECh, obispo Sergio Pérez de Arce, y el equipo de la Secretaría Adjunta para la Pastoral conformado por el pbro. Renzo Ramelli y la laica Marcela Algaze, motivaron a los participantes a llevar estas propuestas a sus comunidades.

También muy significativo fue el gesto de perdón a las víctimas de abusos. En esta liturgia final, el obispo Alberto Lorenzelli; la Delegada para la Pastoral General de San Felipe, la hna. Nelly León; la directora del Departamento Prevención de Abusos y Acompañamiento a las Víctimas del Episcopado, Pilar Ramírez; y el representante de la Delegación de Linares, Miguel González; se acercaron al altar con una vela encendida donde realizaron un signo de perdón por las víctimas de abuso sexual en la Iglesia.

El momento fue acompañado por el relato de Sergio Pérez de Arce, quien expresó “A los pies de nuestra madre… Nuestro proceso de discernimiento eclesial ha estado ligado fuertemente a la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia. Hemos sido convocados para seguir a Jesús, siervo de la misericordia y mansedumbre que no apaga la mecha que aún arde ni quiebra la caña trizada, como lo anunció el profeta Isaías. Sin embargo, esta mecha fue apagada, y no lo vimos, no lo escuchamos, no lo denunciamos y la vida de muchos y muchas quedó quebrada”.

“Queremos no solo pedir perdón a las víctimas y sobrevivientes, sino también comprometernos para acabar con ese dolor, darles las gracias por su valentía al denunciar, y pedirle al Dios de la vida que nos haga cada vez más lúcidos, empáticos y valientes para volver a encender como profetas la lama de la fe”, finalizó.

EVALUACIÓN

Alex Vigueras, quien ha participado activamente en la organización de esta Tercera Asamblea Eclesial nacional,  indicó que «un elemento importante fue dar prioridad a las comunidades como el espacio básico y fundamental de la asamblea. Comunidades que comenzaron a reunirse antes de los días de reunión presencial. Tuvieron dos reuniones previas y luego se encontraron en la asamblea. Por eso había un camino andado, de conocimiento, de confianza y esto permitió ahondar más en los temas».

Añadió que «en ese sentido fue importante el escuchar a la persona que piensa distinto, que tiene una experiencia diferente y el dejarse tocar por esa otra experiencia. A veces tenemos una modo de ver que hago sentir que el mío es el más acertado y tiendo a pensar que no lo es la mirada del otro u otra, o que no lo es tanto. Sin embargo, aquí escuché cómo la gente se sentía tocada por la experiencia de otra persona, experiencia muy diferente y luego reconocer en esa experiencia algo que también es de Dios».

Alex contó también que la gente le decía: «siento que no vinimos a discutir ideas; siento que hicimos una experiencia de Dios. Sentí a Jesús presente en estos días. Para mí, eso es un logro maravilloso, impresionante, enorme. Porque justamente desde la metodología buscábamos eso, que no fuese una confrontación de ideas sino un compartir experiencias sentados a la mesa con personas que tenemos opciones semejantes y que queremos sobre todo una iglesia más hermosa, una iglesia, como dice el lema: sinodal, profética y esperanzadora”.

Acerca del mensaje principal Alex confesó «todavía lo estoy procesando». Luego dijo creer que «el gran mensaje de esta asamblea es no nos separemos. Generemos instancias en que nos encontremos todos y todas los del norte con los del sur. Dejen experiencias de misiones en que podamos invitar personas de otras diócesis, de otras sensibilidades espirituales, de aquellos grupos que a lo mejor no se nos hubiese ocurrido invitar. Generemos experiencias de retiro en que invitemos a personas de otros lugares de modo presencial, de las comunidades de base y de movimientos carismáticos. Hagamos las cosas juntos. Hemos estado haciendo las cosas muy separados y eso nos ha ido cegando nuestras miradas, empobreciéndonos en nuestra riqueza, en nuestro pluralismo. Entonces, ahí surgió una inspiración que creo que es muy novedosa y esencial en la Iglesia».