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“La iglesia que yo amo” inspiró nuevo aniversario pascual del Padre Esteban Gumucio

El poema del P. Esteban Gumucio, hecho canción por Andrés Opazo e interpretado por el Conjunto Los Perales, fue el tema iluminador de la 22 pascua del siervo de Dios y en proceso de canonización.

La actividad conmemorativa tuvo lugar en la Parroquia San Pedro y San Pablo el sábado 6 de mayo último, y fue presidida por el superior provincial de la Congregación, René Cabezón, y fue acompañado por hermanos SSCC, laicas y una hermana religiosa, y diáconos de las parroquias.

En esta oportunidad también se tuvo en cuenta la celebración de los 50 años del movimiento Encuentro Matrimonial, y los recientes fallecimientos de don Hugo González que promovía los escritos del P. Esteban y a su sobrino Pablo Gumucio fallecido en España el día anterior a la misa. Como todos los años se hizo presente la familia Gumucio.

Las diferentes comunidades cristianas de la parroquia San Pedro y San Pablo, y coordinadores de CPJ que estaban en jornada, también participaron en la eucaristía que coordinó la Comisión Parroquial de la Causa del P. Esteban.

En la misma misa concelebró Gonzalo Illanes, sacerdote de los Padres de Schoenstatt, quien dio un testimonio sobre su vocación religiosa y de cómo a ella contribuyó el padre Esteban. Asimismo, se presentaron los y las nuevas integrantes de la Comisión Nacional de la Causa.

Homilía

El padre René Cabezón, concluidos los testimonios de Carmen Bermejo y José Ahumada por Encuentro Matrimonial y del p. Gonzalo Illanes, sintetizó su homilía que ahora presentamos completa. Este es el texto:

Gracias a Carmencita y Pepe por su testimonio y a Gonzalo Illanes que nos han mostrado su experiencia con este querido hermano Esteban que hoy estamos recordando los 22 años de su pascua a la Casa del Padre Dios.
Comentando las lecturas y relacionándolas con esta celebración, en el Evangelio de Juan, que escuchamos, Jesús le dice a Tomás, “Si me conoces a mí, también conocerán al Padre”. Este dialogo también se extiende a Felipe. También nosotros vivimos en nuestra oración personal o comunitaria estos diálogos con Él.
El padre Esteban se esforzó toda su vida por presentar a Jesús, el Hijo de Dios, pero como nuestro “amigo”. Lo hizo en sus retiros, en las homilías, en las miles de conversaciones, al visitarnos en nuestras casas, en los fines de semana de Encuentro Matrimonial, que están cumpliendo 50 años de su vivencia en Chile de la mano de Anita Gossens; entre otros lugares. Así conocimos su cercanía de Pastor con “olor a oveja” y – diría – nos “amigó” con Dios Abba, papito misericordioso, lejano al Dios castigador. Esteban hizo la misma tarea, fue artesano de esa amistad en nuestro corazón con Dios Padre y su Hijo Jesús. La fue tejiendo día a día, con su vida, con su sonrisa, con sus cuentos y poemas… y lo más increíble, lo sigue haciendo hoy, a pesar que muchos ya no lo conocieron personalmente, pero lo conocen por sus escritos, poemas y diversas obras realizadas por él sin mucha pompa ni notoriedad.
Más adelante continúa el Evangelio de Juan: “Créanme en esto, o si no, créanlo por las obras mismas. Esta misma idea aparece en la carta de Santiago al afirma: “la fe si obra, es fe muerta” (2,26). Esa fe encarnada Esteban trató de ponerlo siempre en práctica.
Por eso nuestro hermano Esteban marcó a niños, jóvenes y adultos por muchas cosas que hizo y dijo, y el Papa Francisco las reitera al decir que debemos ser “discípulos-misioneros”; que cultivemos esa capacidad de ser místicos con los ojos abiertos. Algunos teólogos la titulan “la mística de la compasión”, que nos muestra cuál es el modo en que mira Jesús, junto con, “la mística del seguimiento” que nos ayuda a aprender a mirar como él. Es una empatía que moviliza hacia y por el dolor del otro.
Quiero seguir esta reflexión recordando algunas frases de la Oración para la devoción privada que tenemos en la tumba y en algunas estampitas para pedir su intercesión por alguna gracia y que muchos la hemos utilizado por otros.
Primero, Esteban, entre otros hermanos, nos enseñaron a vivir la fe – como dice la cita de hebreos que está en la tumba, “Fijos los ojos en Jesús”. Por eso, vivió entre nosotros como sacerdote y nuestro pastor… miró siempre nuestro mejor anhelo… y acogió a todos con comprensión y cariño…”
Segundo aspecto: En la lectura de los hechos (13, 44-52), se nos describía otra dimensión de esta mística que implica el nosotros, y que el origen de la palabra compasión lo indica: “padecer-con”. Recordemos parte del texto:
Los discípulos Pablo y Bernabé predicaban la Palabra de Dios con éxito y eso los condena. Se nos dice que “Los judíos, al ver a la multitud, se llenaron de envidia y contradecían con blasfemias cuanto Pablo decía.
Y continua la descripción: “los judíos incitaron a mujeres distinguidas que adoraban a Dios, y a los principales de la ciudad; promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y les echaron de su territorio… Así los apóstoles se sacudieron el polvo de sus pies en protesta contra ellos y se fueron a la ciudad de Iconio. Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo”.
Esto muestra la suerte de los discípulos que al “salir” de lo seguro y conocido arriesgan prestigio o fama, hasta su vida y se comprometen con el padecer de los demás. Se hacen solidario hoy de la pasión de Cristo. Padecen persecución, calumnias, malos entendidos.
Por eso rezamos en la oración de Esteban que: … “Fue valiente para defender nuestra dignidad y lo dio todo por humanizar la vida…”. Los ejemplos abundan – muchos los recordarán ya sea porque lo vivieron o se lo contaron sus mayores – desde defender las familias ante el flagelo del alcoholismo, al crear comedores ollas populares para alimentar a los niños de papás cesantes o que ganabas sueldos miserables en los programas de trabajo de emergencia, llamados el PEM y el POJH, al proteger a los perseguidos por sus ideales políticos o querer recuperar la democracia, o luchar para que volvieran sus seres queridos del exilio, como lo vivió en su propio núcleo familiar.
Por esto y mucho más… el Siervo de Dios Esteban Gumucio, sigue siendo una luz que ilumina nuestro seguimiento a Jesús misericordioso y liberador. Y afirmamos en la oración: “nos acompañó con su alegría y su consuelo y fue un anunciador incansable de tu Reino”. Lo hizo en los complejos y diversos tiempos que le tocó vivir, desde las tensiones políticas en Chile de los años 40 y 50 junto con el Padre Hurtado y Manuel Larraín, después en tiempos de los cambios de Concilio y post concilio de los 60’ y 70, de la mano del Cardenal Raúl Silva Henríquez, y en los tiempos del quiebre democrático que tanto dolor y división causó y que ahora estamos por conmemorar sus 50 años.
En todos estos momentos, Esteban fue un hombre de verdad y justicia, de esperanza y paz. Por eso, él nos dejó en sus letras esa fe y esperanza porfiada, que lo retratan con su talante de profeta y pastor, al decir: “no nos robaran la esperanza”. Por eso debemos estar atentos, alertas, y luchar por esa ESPERANZA, que es una espera activa y empática con el dolor. Termino con las palabras de la oración para devoción privada:
“Pero sobre todo ayúdanos con tu Espíritu -Padre Dios- a dar testimonio con nuestras vidas de esa santidad que tu hijo Esteban nos mostró”. Amén