El religioso francés Antoine-Laurent Joseph Marie Mennecier sscc concluyó una intensa experiencia de casi 20 meses en la Provincia Chile-Argentina, marcada por el encuentro con comunidades diversas, el acompañamiento al noviciado interprovincial y una profunda búsqueda de sentido desde la vida religiosa.
“Creo que un tema clave para vivir este tipo de experiencias es el mismo que me llevó a entrar en la Congregación sin conocerla tanto: estar con Dios y con toda la confianza de que donde Él nos manda, nos está esperando”. Así resume Antoine, el espíritu que marcó su paso por Sudamérica, en un viaje que comenzó en octubre de 2023 y finalizó en mayo de 2025.
Con 30 años y en su quinto año de profesión temporal, Antoine es originario de Francia y pertenece a la Provincia de Francia. Llegó a Sudamérica como parte de su año pastoral, una etapa formativa que lo llevó a vivir en la comunidad de San José de Libertad, en Merlo (Argentina), junto a los novicios del noviciado interprovincial, y a compartir con distintas comunidades de la Congregación en Chile.
Aunque el destino latinoamericano no estaba en sus planes iniciales, lo asumió con total disponibilidad: “No quería elegir dónde ir para no dejarme llevar por prejuicios. Quería tener una experiencia de encuentro y adaptación, sin expectativas.”
Una vida religiosa desde la confianza
Su vocación, como él mismo relata, no fue fruto directo de una pastoral, sino de una historia interior profundamente marcada por el sufrimiento y la búsqueda de sentido.
“Todo se desencadenó con la pérdida de una amiga cuando yo tenía quince años. Ese dolor puso la vida en perspectiva. Fue desde ahí que surgió la certeza de que Dios me llamaba, y si me llamó una vez, me llama para siempre.”
Esta certeza lo llevó a entrar en la Congregación con poca información previa, pero con una fe radical, algo que también atribuye a sus padres, con quienes desde niño compartió momentos de oración y aprendizaje en la fe, a pesar de crecer en un país profundamente secularizado.
“Fue pura confianza. Entré casi sin conocer a la Congregación, pero convencido de que ese era el lugar.”
Una comunidad diversa y desafiante
Durante su estadía en Argentina, Antoine convivió con novicios de diversos países como Colombia, México, Paraguay y Brasil. Esta diversidad, según cuenta, trajo consigo grandes desafíos:
“Había una comunidad muy ecléctica, con distintos ritmos, edades y culturas. Me tocó vivir un rol de hermano mayor, y a veces eso generó tensiones e incomprensiones. Pero también fue una experiencia muy rica de fraternidad, donde el testimonio se da en lo cotidiano, en lo íntimo.”
Una de las lecciones más profundas que se lleva tiene que ver con la caridad fraterna y la humildad:
“Es necesario no dejarse llevar solo por la mirada de los demás ni por la propia imagen. La oración es el lugar donde uno vuelve a entender quién es, bajo la mirada del Señor.”
Descubriendo Chile
Antoine también recorrió parte importante de Chile: estuvo en Santiago, Valparaíso, Concepción, Copiapó y hasta Diego de Almagro. Lo impresionó el dinamismo de la provincia:
“Me impactó el lugar que tiene la Congregación en Chile, mucho más visible que en Francia. Hay un dinamismo muy creativo, sobre todo en el arte y la música: los poemas puestos en canción, los vitrales, las esculturas… eso es signo de una vida religiosa viva.”
En cuanto a la realidad eclesial, señala:
“Chile está atravesado por la secularización, como en Francia, pero allá ya estamos casi en una etapa de re-espiritualización. También veo una Iglesia algo fracturada, lo cual refleja la situación política y social.”
¿Qué imagen resume tu experiencia en la Provincia Chile-Argentina?
El sol. Porque siempre está, aunque no se vea. A veces hay nubes, a veces anochece, pero siempre vuelve a salir. Así viví estos 20 meses: con la certeza de que el sol de Dios sigue alumbrando, incluso en los días más difíciles.
¿Qué le dirías a un hermano que está pensando en vivir una experiencia en otro país?
Que no lleve otra cosa más que su fe y su confianza en Dios. En cualquier sagrario del mundo, nos espera el mismo Jesús. Y eso basta