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Cuarto domingo de Cuaresma

Por Gabriel Horn ss.cc.

El Evangelio de este domingo, “el padre misericordioso”, es sin duda uno de los textos del Evangelio más comentados y… escritos, pintados, representados, orados, cantados, etc.

La primera lectura recuerda la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto para entrar en la tierra prometida. Ya no necesitan del maná, ya pueden alimentarse con los frutos de la tierra, son adultos en la fe. Pero seguimos por ahí. Esclavos de la imagen de un Dios todopoderoso, opresor, que lo controla y ve todo, que con mano firme sacó al pueblo de Egipto, a un Dios todo fiesta, todo afecto, todo ternura, todo perdón, todo distinto. Y hoy estamos en lo mismo. Estamos en camino de la liberación. Cantamos con el salmo “gustad y ved qué bueno es el Señor”, nos alegra y nos conmueve. Algo de temor, ¿creo? Y miro al Evangelio y me digo, ¿creo que ahí está esperándome con los brazos abiertos? O es que creo que tengo que mostrarle mis pobres obras. Al leer el Evangelio, una y otra vez siento en lo más profundo que necesito ser una nueva criatura en el Señor, como dice san Pablo. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Pero el hombre viejo pesa, corroe, y siempre te habla de méritos y obras.

Este Evangelio, es realmente Buena Noticia, pero a su vez sentencia de muerte para Jesús. Es que rompe con todo. Un Dios así moviliza el amor y la vida, rompe con toda regla. En el fondo, a veces creemos, no debe ser así. Ya no hay nada seguro. Donde quedan la ley y los mandamientos, las cosas claras, lo que debo hacer y lo que no. El templo y toda la organización de la religión oficial. En la intuición más profunda de Dios, que siempre es más grande, es que Dios me dará un abrazo. ¡Qué liberador y qué temor!. Es que Dios es siempre más. El temor…¿qué traigo en mis manos?, ¿qué puedo ofrecer?, el temor de reaccionar como el hermano mayor. Nunca me has dado un cabrito, necesito premios, reconocimiento. ¡Qué liberador!, tierra nueva, el Reino, donde Dios es Dios y nosotros sus hijos(as). Trata de amar otra vez, te dice Dios Padre, mira a mi Hijo, que te mostró mi amor, y por eso lo llevaron a la cruz, trata de amar y aceptar a tu Dios todomisericordioso.