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Domingo 7 de febrero de 2016

Por Guillermo Rosas ss.cc.

En la segunda lectura de hoy (1Cor 15, 1-11), Pablo dice que si conservamos la Buena Noticia tal como él la anunció, seremos salvados; de lo contrario, habremos creído en vano. La afirmación plantea de forma aguda el problema hermenéutico del significado de la Buena Noticia (el Evangelio) para la humanidad del siglo XXI.

¿Cómo formula Pablo ese «kerygma» a mediados del siglo I de nuestra era? «Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas … a los Doce … a más de quinientos hermanos … Por último, se me apareció también a mí».

En síntesis, afirma que Jesucristo murió y resucitó, y que hay muchos que se encontraron con él, resucitado. Ese es el contenido del kerygma. Ese contenido, ¿podrá tener hoy el impacto que produjo entonces en todas esas personas, como para cambiar tan radicalmente sus vidas? ¿Le dice algo esa formulación al hombre del siglo XXI? Esa es la pregunta clave, pues si no le dice mucho, o nada, ¿cómo podremos conservar la Buena Noticia tal como Pablo la anunció? ¿No habremos creído en vano?

El desafío es que el kerygma sepa «decirse» de forma tal, que también salve al hombre de hoy y la fe lo lleve a transformar su vida y la del mundo. ¿Cómo? Esa es nuestra tarea; una tarea que no tiene sólo que ver con la predicación, sino hoy, sobre todo, con el testimonio de una adhesión vital a Jesucristo y su Evangelio, que lleve a un compromiso con todas las fuerzas de vida capaces de vencer a las fuerzas de muerte que por todas partes amenazan a la humanidad: fraternidad que vence al egocentrismo; solidaridad que vence al individualismo; justicia que vence a la injusticia; servicio que vence al usufructo; cuidado que vence a la indolencia; honestidad que vence a la corrupción; ternura que vence a la violencia; y todo ello por amor a Jesús, camino, verdad y vida.

Jesús muerto parece el fin de toda esperanza; Jesús resucitado es la victoria del amor y el inicio de una nueva libertad para la humanidad: la que escoge la vida y rechaza todo aquello que la mata. No creen en vano quienes le creen al Resucitado.