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Confirmación de jóvenes en la Parroquia San José–Libertad

“Renovados por el Espíritu Santo”

Por Yessica Fernández

Luego de un año caminando y tras mucho trabajo previo, llegó el día de las confirmaciones en nuestra parroquia San José en Libertad. Ha sido un tiempo de renovar nuestra fe, y claro está, me incluyo en esta renovación porque de alguna manera tener la posibilidad de acompañarlos me regala a mí también la posibilidad de que mi fe crezca y se siga fortaleciendo.

Durante la tarde del domingo 29 de mayo nos acompañó una hermosa lluvia que caía en forma de brisa. Pero que no impidió que llegaran los jóvenes, las madrinas, los padrinos, los papás, las mamás y por supuesto, la presencia de nuestro querido obispo de la Diócesis Merlo-Moreno, Monseñor Fernando Maletti.

Unas horas antes los chicos y chicas pudieron tener un espacio más cercano con el obispo. Entre unos mates que pudimos compartir, le pudimos entregar a los jóvenes unas bonitas cruces para que las llevaran en la misa y durante su vida. El momento nos llevó a encontrarnos con muchas emociones en nuestro corazón, propio del paso que ellos iban a dar.

Se hicieron las seis de la tarde y la parroquia estaba repleta de familias. La misa comenzó con la procesión de los jóvenes, quienes entraron acompañados por el obispo, el cura párroco Ricardo Sotomayor ss.cc., el diácono Antonio Bogado y algunos ministros de la Eucaristía de la comunidad, que también se hicieron parte de esta celebración. El espacio nos quedó chico y las fotos comenzaron a aparecer, por momentos un poco desordenados, pero de todas maneras se sintió un clima familiar y de comunidad.

El paso que estaban dando, era un paso de compromiso, servicio y de comunidad. “Ustedes no viven en una burbuja”, fueron palabras usadas por Monseñor Maletti, el cual los envió a una misión muy grande, motivada por el hecho de ser conscientes de la realidad que los jóvenes viven entres sus pares, con sus familias y en la sociedad, donde el delito, las drogas y la pobreza están presentes. Y que ellos ya no pueden hacer oído sordo a todo eso. Ahora ellos son parte de esta Iglesia e impulsados por el Espíritu Santo, hay que consolar al que sufre, levantar al que se cae, alentar al desalentado, ayudar al que lo necesite y llevar adelante acciones que implican tener un corazón misericordioso para construir el Reino de Dios.

Probablemente todo este camino implicará caídas, cansancio y quizás, en alguna ocasión, desilusión. Pero hay que levantarse y continuar dando pasos hacia adelante, pasos de confirmación, pasos de seguir construyendo esta gran comunidad que es la Iglesia en la cual el amor y la confianza en Dios lo puede todo.