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Corpus Christi

Por Cristian Sandoval ss.cc.

Ex 24,3-8; Hb 9,11-15; Mc 14,12-16.22-26

Esta fiesta del cuerpo de Cristo es fundamentalmente un recuerdo del Jueves Santo, es la oportunidad de reflexionar sobre el lugar de la eucaristía en nuestra vida de fe y en la vida de la comunidad.

Frente a esta fiesta surge la conciencia de estar siempre invitados a una celebración de la vida. Jesús recuerda la Alianza que Dios estableció con su pueblo. Esta alianza es fundamentalmente un encuentro en que ambas partes se relacionan desde la voluntad de caminar juntos y de crecer en fidelidad. Es una relación, un encuentro. También en las palabras de Jesús se deja ver una invitación a la esperanza, a la espera de la manifestación plena del amor de Dios en su resurrección.

Es una celebración en que la comunidad está muy presente, en que el recuerdo del caminar juntos se transforma en la invitación a permanecer unidos en el recuerdo de lo vivido.

La celebración de la eucaristía para cada uno de nosotros es la oportunidad de revivir esa alianza, de hacer actual la elección de amor que Dios hace por nosotros, su pueblo. Es el momento de sentirnos parte de una comunidad, de apoyarnos en el camino que a veces se hace difícil, es el tiempo de alentarnos para enfrentar los desafíos de la hora presente, de construir una nueva Iglesia, una nueva comunidad en que la fraternidad en torno a Jesucristo sea lo que nos guíe y acompañe.

Lo que celebramos es una acción, es un acto de amor, es la entrega de Jesús, eso hace que sea tan actual sus palabras “hagan esto en memoria mía”. Puede ser muy motivador que esta frase no se refiere solo a la fracción del pan, sino también a una vida entregada al servicio de los pobres y al anuncio del evangelio.

Este puede ser un buen momento para preguntarnos:

¿Qué lugar tiene la eucaristía en mi vida de fe?
¿Qué celebro cuando participo en la eucaristía?
¿Cómo hago de la eucaristía una celebración de mi comunidad y un compromiso por un mundo mejor?