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Fiesta de la Trinidad

 

La Iglesia celebra este domingo la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. El Evangelio de hoy nos ofrece unos intensos versículos del llamado discurso del pan de vida, que está recogido en el capítulo 6 del Evangelio de San Juan.

Jesús hace una propuesta novedosa y aparentemente incomprensible al tomar la palabra frente a todos los judíos que le escuchaban. Les hablaba entonces, y nos recuerda ahora, que para tener vida, es necesario comer su Cuerpo y beber su Sangre. Es fácil comprender la reacción de extrañeza y rechazo que presentan los judíos que lo oyen en ese momento. Nosotros, cristianos de cultura, podemos intuir y entender, después de veinte siglos de cristianismo, a qué se refiere y no nos debe extrañar la reacción de la época. Y es ahí donde encontramos el centro del mensaje.

El desconcierto de sus interlocutores, contagió a muchos de sus seguidores y también a muchos quienes lo rodeaban y asimismo puede y debe afectarnos hoy a nosotros. ¿De qué manera?

La fiesta del Corpus nos sitúa ante el misterio de la DONACIÓN de Cristo en el misterio de la Eucaristía y la recepción por parte del creyente del mismo. Jesús en sus palabras, vincula la importancia de comprender dicho misterio a una fundamental: comer su cuerpo y beber su sangre, nos permite tener vida plena y alcanzar la vida eterna en la resurrección final. Nos mueve a vivir en Cristo y que CRISTO VIVA EN NOSOTROS. El reto que Jesús nos propone es impresionante. Entenderlo y hacerlo vida nos ayuda a afrontar de forma nueva y auténtica lo que significa ser discípulos de Cristo. En resumen, la entrega plena y completa por y para otros.

Al celebrar la entrega sin límites del Señor Jesús, que se nos da totalmente en la Eucaristía, es fácil que nuestro corazón sienta la necesidad de compartir lo que tenemos y de vivir en una creciente actitud de servicio, especialmente hacia los más necesitados.

Ahora bien, ¿Cómo vivir esta festividad sin poder encontrarnos en la Eucaristía física con esta pandemia? Jesús igualmente llega a nuestros hogares de manera virtual, sin descuidar nuestra vida espiritual durante estos tiempos y tratando de generar los espacios para poder compartir las instancias que se nos proponen por distintos medios, ya sea de manera personal o familiar, siempre seguir nutriéndonos del cuerpo y sangre de Jesús, de manera espiritual.

El ejemplo de Jesús es muy convincente: el Señor se da a sí mismo. Nos introduce en una nueva pedagogía del don: cuando Dios nos invita a dar algo a los demás, nos pide que sea digno del que da y del que recibe.

Dios nos da a su propio Hijo, nada más y nada menos.

¿Qué estoy yo dispuesto a dar? ¿Me conformo con dar cosas o me doy a mí mismo?

El pan y el vino, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que son alimento para el camino, se hace pan partido y compartido para todos.