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Esteban Gumucio ejemplo de buen pastor

Coincidiendo con la celebración del Día de la Madre, y con la Fiesta del Buen Pastor, la comunidades de la parroquia San Pedro y San Pablo y de la parroquia Damián de Molokai, conmemoraron los 21 años del fallecimiento del recordado sacerdote.

Con una masiva presencia de comunidades cristianas se realizó este domingo 8 de mayo, la conmemoración de los 21 años de la pascua del padre Esteban Gumucio, siervo de Dios. La liturgia fue presidida por el obispo auxiliar de Santiago, Carlos Godoy Labraña, quien es el actual vicario general de pastoral en la arquidiócesis, y concelebrada por el superior general de los Sagrados Corazones, René Cabezón, el párroco de San Pedro y San Pablo, Sandro Mancilla, más otros sacerdotes y diáconos.

Antes de ingresar al templo, los celebrantes oraron junto a la tumba de Esteban Gumucio y luego ingresaron en procesión. En la liturgia, mediante distintas oraciones, peticiones de perdón y acciones de gracias, tomaron parte representantes de todas las comunidades parroquiales, representantes del movimiento Encuentros Matrimoniales, de la misma comisión probeatificación de Esteban Gumucio, y líderes mapuches de la comuna de Las Granja.

En su homilía, el obispo Carlos Godoy, reflexionó lo que implicaba ser un buen pastor, fiesta litúrgica que se celebraba este día, y en varios pasajes hizo alusión a pensamientos del padre Esteban.

El obispo Godoy desarrolló tres puntos en su mensaje: 1) que las ovejas escuchan la voz del Señor; 2) el Buen Pastor conoce a su ovejas; y 3) Las ovejas le siguen.

«La voz del buen pastor es una voz clara, perfectamente reconocible. Firme en los momentos donde se requiere defender la dignidad de los pobres y postergados. Una voz que no condena, que trata con misericordia, que no usa palabras de juicio, sino más bien de ternura y contención», explicó el obispo.

Añadió que el Buen Pastor «conoce donde viven, frecuenta sus ambientes, se sienta a comer con ellas, sabe de sus anhelos y esperanzas y también de sus dolores y sufrimientos. Comparte el pan de la tristeza, de la incertidumbre y la frustración. Cuántas veces el Señor se sentó a la mesa con sus discípulos a compartir el pan y también a comer con diversos sujetos, entre ellos, los pecadores públicos». Y luego citando al padre Esteban, el vicario señaló:  “El pan tiene buen sabor cuando se comparte”.

La eucaristía concluyó pasadas las 13 horas e incluyó al final una rogativa maupuche realizada por el Lonco Emilio de La Granja. Después de ello, las y los asistentes compartieron un pan y un jugo.

A continuación el texto completo de la homilía:

Obispo Carlos Godoy

“Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen” hemos escuchado en el evangelio de este cuarto domingo de pascua. Domingo del Buen Pastor. Jesús se enfrenta a los judíos mientras pasea por el templo de Jerusalén. No se deja intimidar por ellos, habla abiertamente, sin temor, dejando en evidencia que no son sus ovejas. Las ovejas del Señor lo reconocen y adhieren a su palabra. Tres rasgos del Buen pastor que podemos deducir de lo dicho por Jesús teniendo como telón de fondo la figura del P. Esteban.

1. Las ovejas, escuchan la voz del Señor. ¿Cómo es la voz del Buen pastor?

La voz del buen pastor es una voz clara, perfectamente reconocible. Firme en los momentos donde se requiere defender la dignidad de los pobres y postergados. Una voz que no condena, que trata con misericordia, que no usa palabras de juicio, sino más bien de ternura y contención.

La voz del Buen Pastor alienta, anima y da esperanza. Estimula a seguir caminando, a levantarse de las caídas y tropiezos. Una voz que convoca, que llama a ser parte, protagonistas de un tiempo nuevo, de una Iglesia nueva, de una cultura acogedora y que ofrezca a todos y todas, espacios de inclusión y promoción.

Una voz que muestra el corazón del Padre, “tanto tiempo llevo con Ustedes, Felipe y todavía no me conoces…quién me ve a mí, ve al Padre” (Cfr. Jn 14, 6-14). Es el padre de la parábola del hijo que vuelve a casa, el padre que no le importan las escusas, sino los sentimientos de arrepentimiento y reconciliación. Que se alegra profundamente y conmovido con entrañas maternas recobra al hijo perdido que todos los días anhelaba volver a abrazar.

Una voz clara y diáfana. Que no anda coqueteando con el poder. Una voz que se atreve a desafiarlo cuando percibe su imperio seductor y que previene a la comunidad cristiana cuando ésta tiende a alejarse de los valores del evangelio. Una voz que dialoga y comparte, especialmente con aquellos que no pueden retribuir con bienes y privilegios. Una voz cercana al Pueblo, que escucha, que deja espacios de crecimiento y promoción. Una voz que cree en las capacidades de los otros y que favorece la participación protagónica.

Con todo, la invitación es también aprender a escuchar esa voz: “Los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús, es escuchar su voz y seguir sus pasos” (J. A. Pagola). Entonces, será ineludible para nuestra pastoral, acompañar esa capacidad de escuchar la voz de Jesús, de acrecentar la sensibilidad espiritual en nuestras comunidades y aprendamos a vivir persuadidos por la voz del Señor para que, en todo podamos “amar y servir” al modo de Jesús.

2. El Buen Pastor conoce a sus ovejas:

El Buen Pastor las conoce por su nombre. Conoce donde viven, frecuenta sus ambientes, se sienta a comer con ellas, sabe de sus anhelos y esperanzas y también de sus dolores y sufrimientos. Comparte el pan de la tristeza, de la incertidumbre y la frustración. Cuántas veces el Señor se sentó a la mesa con sus discípulos a compartir el pan y también a comer con diversos sujetos, entre ellos, los pecadores públicos (cum panis). “El pan tiene buen sabor cuando se comparte” (P. Esteban Gumucio). Veintinueve veces se mencionan en los evangelios la acción de sentarse a la mesa por parte de Jesús. El sentarse a la mesa en la cultura judía, significaba solidarizarse con los comensales. Jesús no evita sentarse con todos. Todos caben en su mesa, nadie queda excluido, ni siquiera los más pecadores. Los dirigentes religiosos de su tiempo no son capaces de tolerar tamaña transgresión subversiva.

3. Las ovejas le siguen:

No basta con escuchar, aun cuando la escucha sea necesaria e ineludible en la Iglesia de Jesús. Es necesario también actuar. Los discípulos de Jesucristo están llamados a escuchar su voz y también a seguirlo. A dejarse persuadir por una Palabra que transforma la vida. No se puede seguir siendo el mismo cuando hemos mirado fijamente a Jesús. El discípulo de Jesús está llamado a vivir como el Maestro, a tener sus mismos sentimientos (Cfr. Fil 2, 5). Las opciones de Jesús deben ser las del discípulo. Por un lado, pasión por hacer la voluntad del Padre. Por otro, pasión por el Reino. El Reino de la justicia, la paz, la libertad, la dignidad de los pobres y la solidaridad. Con todo, Jesús sufre la tentación de irse por el camino más fácil, sucumbir a las ambiciones del pueblo que lo quiere hacer rey (Cfr. Jn 6, 15). Ante ello, se va a la montaña a rezar a solas con Dios y es allí, en el silencio de la oración donde se replantea su ministerio y vuelve a enfocarse a la misión de anunciar la buena noticia a los pobres, de impulsar un tiempo nuevo de salvación. El discípulo que quiere seguir al maestro no puede si no tener espacios de encuentro con Jesús. Es en la intimidad de la oración donde encuentra el sentido más profundo de su seguimiento. Es allí donde aprende a vivir menos pendiente de sí mismo y más atento a la voz de su maestro, como María de Betania, que supo elegir la mejor parte. El desafío que tenemos como Iglesia es que toda acción pastoral arranque del encuentro con el Señor. El Tata Esteban lo comprendió y vivió a cabalidad. Luego de la misión, se recogía para conversar con Jesús. Muchos de sus poemas encontraron su origen en la intimidad con el Señor, su hermano, su amigo. Estas palabras reflejan con espléndida nitidez lo que estamos conversando:

“Señor amigo, Jesús,

Tú me miras con cariño y compasión.

Quiero acoger con mucha fe esta realidad de tu persona. Creo en tu Resurrección y en tu cercanía. Quiero abrirte mi corazón para dejar que Tú me regales a tu soberano gusto. Qué alegría y paz siento con esta verdad que Tú me haces vivir. Te ofrezco mi trabajo de este Fin de Semana. Deseo tanto no centrarme en mí. Hacerlo todo bajo el convencimiento de tu cercanía. Gracias por hacer uso de mí. Renuevo mi consagración a Ti. Tuyo, Esteban”.

Que la figura de este hombre Santo, nos anime a seguir caminando juntos “con los ojos fijos en Jesús” (Cfr. Heb 12, 2).

Amén.

 

Aquí ver video de la misa: