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Pentecostés: El Espíritu Sopla Fuerte

En este domingo de Pentecostés, el papa Francisco abordó la necesidad del Espíritu Santo en un mundo signado por la guerra y en su homilía de esta fiesta, dijo que “El Espíritu desciende sobre nosotros, a pesar de todas nuestras diferencias y miserias, para manifestarnos que tenemos un solo Señor, Jesús, y un solo Padre, y que por esta razón somos hermanos y hermanas. Empecemos de nuevo desde aquí, miremos a la Iglesia como la mira el Espíritu, no como la mira el mundo”.

“Una noche como la de hoy, esos hombres y mujeres temerosos, encerrados en el piso alto de Jerusalén -porque se sabían perseguidos- “experimentaron la poderosa presencia del Espíritu Santo, que transformó su vida para siempre”, dijo Francisco evocando la escena del Libro de los Hechos de los Apóstoles que alude a la solemnidad de Pentecostés que la Iglesia celebra este domingo 5 de junio.

El Santo Padre agregó que “sus vidas transformadas por el poder del Espíritu cambiaron la historia”. Y nos recuerda, una vez más, que “la realidad de hoy en el mundo está marcada por la enfermedad, la pandemia que se ha llevado millones de personas en todo el mundo, y con ella el dolor, el sufrimiento, la ausencia”. Además, refiere a “tantas partes del mundo afectadas por el hambre y los pueblos enteros sometidos al exilio”.

A su vez, alude a la guerra entre hermanos, entre cristianos, como es el caso de la invasión a Ucrania, la situación en Yemen, el martirio del pueblo Rohinya y la particular situación del Líbano, entre otros.

En su mensaje de Pentecostés, el Papa enfatiza que “así empieza la paz. De a poquito, uno más uno” y considera que “los Jefes de Estado trabajarán o no por la paz y serán juzgados por la historia”. “A cada uno de nosotros nos toca difundir el amor y vencer el odio con nuestras acciones diarias. Y nuestros hijos aprenderán a vivirlo y nuestros nietos aprenderán de ellos, y así podremos hacer algo para que el mundo cambie”.

“Sí, fuimos llamados a este camino: ‘Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, dice el Señor, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en Samaria, y hasta los confines de la tierra’”. “Esto es lo que deseo para todos ustedes, que reciban la fuerza del Espíritu Santo, y que sean testigos”, augura Francisco.

Pero —además— este año, se trata de un Pentecostés muy especial porque hoy entra en vigor la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, sobre la reforma de la Curia romana, promulgada el 19 de marzo pasado.

Este documento, cuenta con 11 capítulos y 240 artículos, y recoge los cambios que ha querido el papa Francisco, aunque quizá no todos. En esta tarea le colaboraron los cardenales del grupo llamado C7, coordinados por el hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga. Cambios que tienen su primera manifestación el 22 de diciembre de 2014, cuando Francisco indicó que eran 15 las “enfermedades” de la Curia, entre ellas, el sentirse inmortal, el activismo, el alzheimer espiritual, la rivalidad y la vanagloria, la esquizofrenia existencial, la cara de funeral, etc.

Jorge Bergoglio camina en su décimo años de gestión como obispo de Roma y vive una de las luchas internas más duras de la Iglesia, aunque no se reconozcan rechazos frontales. El Papa sigue adelante pese a la oposición interna que atornilla al revés y formula noticias falsas. Aun así, el texto de nueva Constitución de la Curia implementa cambios importantes, según los analistas.

Esta renovación vaticana, coinciden los expertos, es un decisivo paso para la consolidación de la Iglesia sinodal que tanto busca el Papa en todos los ámbitos, sobre todo por una cada vez más amplia convocatoria de los laicos, y en especial de las mujeres laicas, para insertarse en procesos hasta ahora reservados a los clérigos y a los hombres.

En su homilía de Pentecostés, fue muy claro: «La mirada mundana —dijo el Pontífice— ve estructuras que hay que hacer más eficientes; la mirada espiritual ve hermanos y hermanas mendigos de misericordia. El Espíritu nos ama y conoce el lugar que cada uno tiene en el conjunto: para Él no somos confeti (pequeños dulces) llevado por el viento, sino teselas irremplazables de su mosaico. El día de Pentecostés, en la primera obra de la Iglesia: el anuncio, los Apóstoles salen a proclamar el Evangelio, sin ninguna estrategia ni plan pastoral. Se lanzan —dijo el Papa— corriendo riesgos, poco preparados, salen con el solo deseo que les anima: dar lo que han recibido. Porque es ese el secreto de la unidad, y del Espíritu, donarse».

Por último, a nivel internacional, dos hechos son muy relevantes.

Uno, es que desde hoy el llamado “Secretaría General del Sínodo de los Obispos” deja de llamarse de este modo para pasar a ser solo “Secretaría General del Sínodo”, así, a secas, como una forma de integrar a todo el pueblo de Dios, aunque las asambleas sigan denominándose todavía “de obispos”.

“Para discernir, los fieles tienen el derecho y el deber de manifestar a los pastores su pensamiento. Y los pastores deben escuchar, necesariamente, al resto del Pueblo de Dios, del que forman parte, para tomar luego las decisiones que les corresponden según su ministerio”, acaba de precisar el subsecretario de Sínodo, el obispo español Luis Marín de San Martín a una revista de Madrid.

Y el segundo hecho, es la reelección de la directiva de la CLAR, que al concluir la asamblea realizada la semana pasada, confirmó a la hermana Liliana Franco como presidenta de la Confederación de Religiosas y Religiosos de América Latina, una mujer joven que aporta fuerza, contenidos y carisma a la sinodalidad.

Aunque algunos vean todo lento y poco, en perspectiva histórica hay que reconocer que la iglesia está en cambios, y sobre todo, el Espíritu está soplando para transformar la vida eclesial para siempre.

Feliz Pentecostés.
Aníbal Pastor N.