logo sscc

«Para Dios no hay nada imposible”, reflexión de Adviento 12 diciembre

Nuestro hermano Sergio Silva sscc nos, sigue regalando sus reflexiones y hoy nos recuerda que es la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, advocación mariana de México y latinoamericana. Además nos comparte el anuncio del ángel a María.

Hoy, 12 de diciembre, celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. El evangelio de la eucaristía es el relato de la visita de María a su parienta Isabel. Cuando el ángel le ha anunciado a María el proyecto de Dios de que ella sea la madre del Mesías, le ha contado que Isabel, estéril y ya anciana, lleva 6 meses de embarazo, “porque para Dios no hay nada imposible”. Esta noticia mueve a María para ir donde su parienta, y se queda con ella unos meses, probablemente hasta poco después del parto.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-48

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
María dijo entonces:
“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su esclava. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.

Este evangelio lo podemos comentar en dos partes: el viaje de María (ocupa menos de una línea del relato de Lucas) y el encuentro de María e Isabel.
Nuestro Tata Esteban escribió un breve texto en que imagina lo que va pasando en el corazón de María mientras va de Nazaret a Judea a ver a su parienta Isabel. E imagina que va conversando con el niño que empieza a gestarse en su seno.

Todos los caminos de Galilea se preparan para tus huellas en las mías de ahora.
Voy a la montaña; y el sol ha escogido los días iluminados –desde adentro de mi carne– para llevarte al que ha de amonestar a los montes que inclinen sus cabezas y a los valles para que se empinen.
Voy sola por este camino, pero acompañada de todo el universo. Ya está preparado el cielo para tu venida. Las piedras preparan su voz para parir hijos de Abrahán; las aves te proclaman en el calor de sus nidos, el romero y la flor de mayo sacuden sus capas verdes para alfombrar tu paso o se atreven a rozar mis costados para decir que te han tocado con sus dedos verdes a través de mi manto.
Me acerco a Isabel y voy a sus brazos a preparar la danza de los seis meses, a decirle al precursor que brinque de gozo, preparando los caminos del Señor.
Mi corazón está preparado para el canto.
Todo es espera.
* * *
El silencio ha invadido el firmamento, las estrellas se hacen señas casi imperceptibles para no despertar al niño.

Una vez llegada a la montaña de Judea, después de 2 o 3 días de viaje, María e Isabel se encuentran. Pero el relato muestra que, además de ellas dos, se encuentran también los dos pequeños en gestación. El Bautista salta de gozo porque presiente la presencia de Jesús, el Mesías que él, ya adulto, va a conocer y presentar al pueblo.
Este encuentro en dos niveles: el visible de las dos mujeres, el invisible de los dos niños, me hace pensar en que cada uno de nosotros, seguidores de Jesús, lo llevamos a él en nuestro interior. Como dice Pablo: Ya no soy yo quien vive, sino Cristo, que vive en mí. Por otra parte, cada ser humano lleva en su interior alguna esperanza, que quisiera que se realizara. ¡Qué hermoso sería que en nuestros encuentros cotidianos con otras personas, el Cristo que llevamos los discípulos en nuestro corazón pudiera hacer saltar de gozo la esperanza de esas personas! ¡Gran tarea!