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Javier Álvarez Ossorio ss.cc., Superior general de la Congregación: “La ambigüedad solo se rompe cuando se actúa”

Compartimos entrevista publicada en nuestro anuario 2015, aparecido en enero de este año.

Estuvo en Chile unos días para la CIAL -en mayo de 2015- y aprovechamos de echar un vistazo a la iglesia a través de Francisco y de conocer un sueño de nueva presencia Sagrados Corazones en Marruecos.

Nació en 1962 y va en la mitad de su segundo período de gobierno general, el que asumió con apenas 44 años y 19 de sacerdocio. Dice que este servicio “alguien tiene que hacerlo”. Le cuesta hablar de él mismo “quizás por falta de introspección”, se excusa. Pero para hablar del papa, de la iglesia, de los sueños de la Congregación, y sobre todo de los pobres, no titubea niun segundo.

– Hablemos de Francisco.

Francisco ha sido una bendición para la iglesia. Ha provocado una alegría enorme en muchos de nosotros. No en todos, pero en muchos. Hace algunos meses evaluando al finalizar los tres años de este gobierno y visualizar los otros tres, mirábamos las cosas que nos animan para adelante y una de ellas es Francisco.

Poco antes de que lo eligieran papa, en un Capítulo hablábamos de los márgenes, de superar el clericalismo, del servicio a los pobres, de la vida comunitaria, de un montón de cosas que cuando llega Francisco, lo que hace, es empujarnos mucho más lejos, pero en esa misma dirección. Entonces lo hemos recibido como una bocanada de aire en las velas que estaban orientadas hacia allá. Hay una sintonía que es muy buena y reconfortante. A la vida religiosa nos está diciendo que seamos mucho más osados en el servicio a los pobres, en las fronteras, y que no tengamos miedo a quitarnos lastres. Este hombre es una persona muy verdadera, al ser papa ha seguido siendo él. Y eso, en una jerarquía tan fosilizada como la iglesia es una maravilla.

– ¿Francisco ha aportado en mostrar una mejor iglesia?

Hay mucha gente que antes podría haber sido anti eclesial y que hoy mira con simpatía a Francisco. Voy a poner un pero a toda esta situación, hay algo que no funciona bien cuando tiene tanta importancia en la iglesia, y en la imagen de la iglesia, el estilo de una sola persona. Y yo creo que Francisco es consciente de eso. La iglesia, por la evolución de siglos y de la historia, se ha convertido en una institución tan piramidal donde el vértice lo es todo. Porque desde luego no es una iglesia que es vista como una comunidad de comunidades, como un pueblo que camina y que busca, que sirve y que alaba a su Señor, sino que tenemos la imagen de una super multi nacional y que la pirámide es este superman que está ahí, y que a veces es de un modo u otro. Y eso es muy inquietante. Ahora, como es así, qué suerte que todo depende del estilo de esta persona que está ahora.

– ¿Qué es lo que más te gusta del Papa?

Francisco es motivo de alegría, pero también de una interpelación fuertísima. Hay que romper una costra de superficialidad porque lo que Francisco nos está invitando es muy radica; es tomarse en serio a Jesús. Con Francisco bombardeándonos tan directamente sobre el tema de los pobres y de la realidad de los migrantes, nos preguntamos en un determinado momento: ¿qué hacemos nosotros?, porque el papa nos dice: “nadie tiene tantas cosas que hacer que no pueda dedicarse los pobres”, y nosotros tenemos mayor obligación aún en nuestra casa general, así es que habilitamos una habitación donde recibimos permanentemente a algún migrante, o a alguien de la calle. Y es como meter una piedra en el zapato. A cada paso que das recuerdas esto porque está comiendo en tu casa y lo ves siempre. Tenemos mucho que cambiar, pero no de ideas sino de acciones. Todo esto de Francisco y del lenguaje más nuevo que hemos ido escuchando sigue siendo tremendamente ambiguo. La ambigüedad solo se rompe cuando se actúa. Entonces, si yo digo que me alegra Francisco pero vivo exactamente igual que hace cinco años, todo es ambiguo, todo es marketing, propaganda, imagen. Lo único que cambia es cuando dices, aquí estoy atendiendo a los pobres, a los migrantes, a los que nadie quiere. Ahí se rompe la ambigüedad.

Acercarse a la frontera

Uno de los desafíos en el programa de este gobierno de Javier Álvarez Ossorio, ha sido mirar posibles fundaciones o misiones de la congregación más allá de las fronteras conocidas.

– ¿Por qué Marruecos?

La inquietud de estos últimos años era la frontera que supone el mundo árabe islámico del norte de África, llegando hasta el Líbano, toda esa zona donde la congregación no está ni ha estado nunca y donde hay muchas fronteras humanas, religiosas y culturales. Hay también un flujo de países subsaharianos del África negra, que también tienen una crisis enorme de todo el mundo que quiere saltar a Europa y mueren en el intento. Eso es la frontera en muchos sentidos. Entonces me contacté por escrito con el obispo de Tánger, Santiago Agrelo, y le pedí que nos diera algunas claves para poder conocer este mundo y entenderlo mejor, y terminé yendo una semana con él quien me mostró distintas experiencias de servicio a los pobres. Hay mucho trabajo con mujeres, que en el mundo islámico tienen muchas puertas cerradas. Las Misioneras de la caridad tienen una casa para acoger a madres solteras, porque en el mundo musulmán tienes suerte si no te matan! pero lo mínimo que sucede es que te echan. Otras religiosas trabajan con niños sordomudos porque el sistema público no les da cobertura: hay casas para niñas de la calle en situación de riesgo; hay comedores para niños de la calle y sobre todo hay mucho trabajo con migrantes, porque hay una delegación diocesana de migraciones en distintas diócesis, que se dedica a trabajar con los subsaharianos. Muchos de ellos viven en el monte en las afueras de Marruecos acosados por la policía en situaciones precarias. Entonces estos grupos los atienden, los visita en el monte, les dan asistencia sanitaria, les buscan apoyo legal, les enseñan lenguas, o les buscan algún trabajo si es que fuera posible. Eso es un trabajo inmenso que no se acaba nunca. Este trabajo social no solo lo hacen los cristianos sino que también personal contratado que son marroquíes y musulmanes, pero que forman equipo con los cristianos, sobre todo con los religiosos y religiosas, y trabajan con una complicidad muy interesante.

Visto desde el punto de vista de nuestra congregación, que responde al llamado de ir a la frontera, a la periferia, al margen… bueno, ahí los tienes todos concentrados. La congregación tiene algo que aportar ahí y también mucho que aprender. Nuestro carisma habla mucho de espíritu de familia y sencillez, y aquí hay una iglesia que no es nada institucional ni tiene poder. Además la fuerza que produce la concientización hacia fuera, lo que yo vi es que todas estas misiones, sirven de animación a sus comunidades en Europa, en España o en otros lugares porque hay mucho voluntariado que va para allá. Entonces poquita gente trabajando allí puede servir para remover la conciencia de muchos en otros lugares.