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Mes de la Biblia 2023: ¿Basta con leer la Biblia o hay que tratar de comprenderla lo más a fondo posible?

Nuestro hermano  Sergio Silva sscc nos plantea esta interrogante y nos da algunas pistas para leer la Palabra De Dios , ver documento completo

1. La Biblia es Palabra de Dios

a) La lectura de la Biblia no nos resulta fácil. Tampoco los evangelios los podemos leer y comprender como quien lee un cuento o una novela escritos en Chile en nuestra época. Hace ya 14 años, yo escribía en mi libro sobre Jesús (el volumen III de ¿Por qué murió Jesús?): “Muchos creyentes sinceros se sienten hoy un poco desorientados ante los textos evangélicos. No están seguros de comprenderlos a cabalidad. Se habla en ellos de tantas cosas de las que no tenemos ninguna experiencia: grupos humanos que ya no existen, como los fariseos, los saduceos, los zelotes; profesiones y estratos sociales que no son los nuestros, como escribas, ancianos y sumos sacerdotes; acciones ‘milagrosas’ de Jesús, que no tienen semejanza con nada de lo que nos ha tocado experimentar en nuestra vida; actividades e ideas religiosas que nos son completamente ajenas, como sacrificios realizados en el Templo, esperanza mesiánica, Reinado de Dios; instituciones que nos son totalmente desconocidas, como el Sanedrín, el impuesto al César, la ‘didracma’. Incluso cuando se tocan temas que de alguna manera conocemos, tenemos muchas veces la impresión -corroborada más de una vez- de que no se trata de lo mismo. Nos sucede, por ejemplo, con los ‘sacerdotes’ que aparecen en los Evangelios. ¿Qué tienen que ver con los actuales sacerdotes de la Iglesia católica? Nos pasa también con las categorías de lo puro y lo impuro que hemos aprendido en la moral -a veces bastante centradas en lo sexual-, pero que no parecen calzar con las que leemos en los Evangelios. Los ejemplos se pueden acumular con facilidad” (p. 13-14). La dificultad se acrecienta cuando se trata del Antiguo Testamento, en parte porque la distancia cultural que nos separa de él es mayor que la que nos separa de Jesús y del Nuevo Testamento; en parte también -y quizá sobre todo- porque nos encontramos en demasiados lugares con un Dios violento, un Dios guerrero que, para favorecer a su pueblo, no vacila en destruir a otros pueblos.

 b) ¿Cómo enfrentar esta dificultad? Propongo una vía. Tomemos en serio lo que repetimos a veces sin tomarle el peso a lo que decimos: la Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito.

De “palabras puestas por escrito” tenemos un sinfín de experiencias. Las hemos leído en libros, en diarios y revistas, en el celular y el computador, etc. Muchas veces las hemos escrito; los mayores, por ejemplo, tenemos experiencia de haber recibido y escrito cartas; algunos hemos publicado libros, artículos, columnas en Internet. Durante los estudios, todos hemos debido contestar interrogaciones por escrito; en la universidad hemos tenido que presentar algún ensayo, etc. Todas las experiencias que he mencionado son de palabras humanas puestas por escrito; no tenemos la experiencia personal irrefutable de una palabra de Dios.

Tenemos que buscar por otro lado. ¿Qué es la palabra humana? Los seres humanos tenemos la capacidad de hablar, que nos permite comunicarnos con nuestros semejantes. Mediante la palabra podemos expresar nuestros deseos, compartir nuestras experiencias, contar nuestros dolores y alegrías, decir nuestros afectos, etc. Pero no solo nos comunicamos mediante la palabra. También lo hacemos mediante gestos corporales, mediante la mirada, el tono de voz, la sonrisa, el ceño fruncido y toda la amplia grama de posibilidades expresivas que tiene nuestro cuerpo. Además, podemos expresarnos por medio de nuestras acciones, de nuestras obras, de cualquier tipo que sean: de arte o cotidianas como el plato de comida, el aseo de la casa y tantas otras más. Si le damos a ”palabra” este sentido amplio de medio de expresión y de comunicación, podemos decir que la palabra no es solo lo que decimos (lenguaje oral) y escribimos (lenguaje escrito), sino todo aquello mediante lo cual nos comunicamos a los demás.

La pregunta es, entonces: ¿Se ha comunicado Dios con la humanidad? En caso afirmativo, ¿cómo lo ha hecho? La respuesta de la Biblia es que sí lo ha hecho.

 

2. Dios se ha comunicado

Dios se ha comunicado a la humanidad y lo ha hecho de muchas maneras, al igual que nosotros, como acabamos de recordar, también tenemos muchas maneras de comunicarnos. La Biblia subraya dos formas principales en el caso de Dios: Él se comunica mediante hechos y palabras. El concilio Vaticano II lo expresa de la siguiente manera en la constitución sobre la revelación: “Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación” (DV 2). Comento brevemente este texto.

La Biblia pone por escrito los principales hechos por medio de los cuales Dios ha ido realizando su plan de entrar en una relación personal con nosotros, una relación de amor, de comunión profunda, que es lo que nos da plenitud, lo que nos salva. Este plan se va preparando en el Antiguo Testamento con la creación, la elección de Abrahán y del pueblo que desciende de él, el pueblo de Israel; y se realiza en plenitud en Jesús, el Hijo de Dios que “ha puesto su carpa entre nosotros” (Jn 1,14); Hijo que es, a la vez, la Palabra de Dios (su Logos, su Verbo), una Palabra que, gracias a la encarnación, se expresa en palabras humanas y en gestos corporales como lo hacemos nosotros, actúa en acciones humanas como nosotros, hace obras humanas como nosotros. Como es el Hijo de Dios, la encarnación hace que -como lo dice el mismo Jesús a Felipe- “el que me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9). Podemos decir, en conclusión, que es la persona entera de Jesús la que comunica al Padre.

La Biblia pone por escrito también las palabras que han acompañado a los hechos, palabras que permiten comunicar cuál es el sentido auténtico de los hechos. Estas palabras han sido dichas en el Antiguo Testamento principalmente por los profetas y, en el Nuevo, por Jesús y los miembros de la comunidad apostólica, que tuvieron la experiencia de acompañar a Jesús durante su ministerio público y fueron testigos de su resurrección.

Pero esto nos pone un nuevo problema. Una vez que Jesús se ha ido al “cielo” volviendo al seno del Padre, y una vez que se han muerto todos los miembros de la comunidad apostólica, ¿ha dejado Dios de comunicarse a nosotros? La respuesta de la Biblia es negativa.